Si ahora,
tan siquiera,
pudiera detener
el miedo y la nostalgia,
mi risa brotaría
como manntial fresco.
Pero, si ahora,
a pesar del miedo,
y hundido en la nostalgia
y, además, con cansancio
que intenta
paralizar el verbo
desde donde me vivo,
también brota mi risa
sin querer
ni pretender forzarla,
será porque tus dedos
pasaron por mis labios
y quedaron en ellos
tu eternidad impresa,
y tus ojos,
clavados en los míos,
me redimieron
de la noche y el llanto
sin anular mis lágrimas,
sin destruir la búsqueda
que rompe oscuridades.
José Luis Molina