Con el evangelio de este domingo se
concluye la perícopa que hemos venido leyendo también en los dos anterores.
Bueno, ¿qué tal si comenzamos
aclarando esa palabeja?: Perícopa.
¿Qué es una perícopa?
Así, rápidamente, para entendernos,
es un trozo de evangelio que hace referencia a algo en común. Por ejemplo, nos
imaginamos el Evangelio de Mateo y le damos un corte en el cap 13, versículo 1
y otro corte en el versículo 53. Este trozo que hemos cortado es una perícopa ya que todo él, a pesar de los
diferentes temas, tiene algo en común: Nos dice cómo es el Reino de Dios. Esta
perícopa está constituida por las parábolas del Reino de Dios.
Por eso, de toda ella destacamos, ya
lo hemos hecho en reflexiones anteriores, dos frases:
El Reino de Dios se
parece
Y
El que tenga oídos que
oiga
Y por eso, hoy que terminamos estas
parábolas, es interesante hacer recuerdo
-
El Reino de Dios se parece. Podemos
decirlo de otra manera: En el Reino de Dios ocurre como en estas parábolas que
siguen.
-
El sembrador, es decir, el Reino no nace por arte de magia, es
consecuencia, es fruto, de aceptar la Palabra como semilla y, dándole calor en
nosotros, hacer que brote. En esta parábola hay dos aspectos importantes:
-
Actitudes que la reciben pero no se
comprometen con
-
ella. No sirven. Ahí no nace Reino
-
-
Y otros que la acogen y dan fruto,
pero no se mide por
-
la cantidad de fruto que dan, sino
por la calidad: el
-
30%, el 40%, el 100%. Todo eso es
Reino. No se trata
-
de ser eficaces en rentabilidad,
pero sí en coherencia.
-
Seguimos: El Reino de
Dios es como ese trigo que nace en el campo que lo acogió. Crecerá rodeado de cizaña.
Lo importante es la identidad. No puede confundirse con la cizaña. Si es trigo
tiene que dar pan y si se hace pan tiene que terminar en eucaristía..
Continuamos viendo como
es el Reino de Dios. No es un árbol grande, magnífico, solemne, poderoso,
envidiable. Es pequeño, aparentemente Casi pudiera decirse que insignificante,
pero donde la vida se posa y se hace música de Dios, porque esa vida que cobija
no consistirá en destruir nidos, ni aplastar u olvidar a los pequeños.
Avanzamos en esta
comprensión del Reino de Dios y vemos que, enraizado en la tierra y hecho pan
compartido construye vida a ras de tierra y por eso tiene que transformar la
que hay y ser levadura que empuje ese caminar hacia “otra alternativa posible”
(Laudatus sí)
Y por último las tres
de hoy:
Las dos primeras: el
tesoro escondido y la perla fina. Nos dice que
el Reino de Dios, participar de él, no se logra bajando el listón. Quien
lo descubre vende lo que sea necesario, hipoteca lo que sea, para conseguirlo..
Son las parábolas del amor loco que desecha la precaución, que no guarda la
retirada, que se tira al agua sin que le
retenga la ropa en la orilla.
Y bueno, llegamos a la
última parábola: La red repleta de peces. Todos los peces pueden entrar en la
red. Pero, y esto son palabras mayores, no se puede ser mediocre. No quiere
decir que haya que ser superinteligente, superfacultado, superdotado, supersupersuper.
No, no. No nos olvidemos de la semilla de mostaza. Pero en la red del Reino no
se puede ser mediocres. Hay que ser persona-persona en cabalidad, persona en
las opciones, persona humana en los
valores que humanizan a la persona humana.
Y ya terminamos la
perícopa. Si tenemos oídos, oigamos.
José Luis
Molina
26
de julio 2020