domingo, 30 de diciembre de 2018

PREGÓN DEL AÑO NUEVO




NUEVO BELÉN, AÑO NUEVO
Este es el pesebre nuevo, el último de este año y el primero del año nuevo. Falta la burra, falta el buey, y el árbol de navidad.
Y faltan muchas cosas más. Te sugiero las estrellas, el arco iris y el mar, un mar que acerque y que salve, que, dejándose surcar, haga fácil el encuentro. También faltan un dromedario y una palmera, hojas caídas que bailan cuando el viento las acuna y, también, por qué negarlo, alguna que otra lágrima que haga provocar tu abrazo.
Ahí lo tienes, casi desnudo,  no del todo, porque está lo verdaderamente importante: la vida que hace cantar.
Pero sí, casi vacío, ese año nuevo está para ser tú quien coloque, de lo sugerido y más, lo que haga que, de fondo, se oigan charangas y panderetas mientras, transcurriendo, van hasta el siguiente año.
Tú, sí, tú sin escapatoria, serás el que lo habrá de adornar .
¿Con qué?
Eso tú, cada día lo irás cantando con tu vida, con tu andar.
                    
            José Luis Molina
                                                                                                                                                                     31 diciembre 2018

viernes, 21 de diciembre de 2018

OTRO RELATO-REFLEXIÓN SOBRE LA NAVIDAD

Creo en las estrellas de Navidad

por Blogger
estrellas-de-navidad-maderas-600x600MIGUEL ÁNGEL MESA, miguelmesabouzas@gmail.com
MADRID.
ECLESALIA, 21/12/18.- Creo en la paz del corazón y en el esfuerzo por llevar esa paz al mundo en que vivimos.
Creo que Belén es la Casa del Pan, un pan partido, repartido, compartido, para que no haya más hambre en nuestro barrio, en nuestra ciudad, en nuestro mundo.
Creo en los pastores que escuchan la buena noticia y dónde se encuentra el «Dios con nosotros», que salen a su encuentro y, por lo tanto, comparten lo que son y tienen con los marginados y excluidos de nuestra sociedad.
Creo en las estrellas que ya murieron, pero que nos han dado vida y conducido a donde nos encontramos hoy, a lo que somos, a lo que anhelamos ser.
Creo en las estrellas que continúan naciendo y nos siguen abriendo nuevos caminos, inéditas sendas a recorrer, ilusiones que prender en nuestro ojal, destellos llenos de fulgor para nuestros ojos apagados.
Creo en la buena noticia de Jesús de Nazaret, la más profunda humanización del misterio del amor de Dios, en la alegría y la esperanza que nos infunde y, a través de nosotros, en los demás.
Creo en ese otro mundo posible que nos animó a construir, por la dignidad y la felicidad de los seres humanos, para eliminar la injusticia, el odio, el llanto, la desilusión.
Creo que la Navidad acontece cada día del año, cuando trabajamos por la paz y la justicia, por el amor encarnado, por una nueva humanidad más fraterna, libre, en paz. Junto a la naturaleza y el universo que nos rodean, nuestro verdadero hogar, en el que nacimos y al que volveremos, para ser de nuevo polvo de estrellas luminosas, ardientes  (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

jueves, 20 de diciembre de 2018

MI FELICITACIÓN DESDE MI CASA, DESDE MI VIDA Y DESDE, LO QUE MI HISTORIA, ME HA AYUDADO A DESCUBRIR COMO SE PUEDE FELICITAR LA NAVIDAD SIN QUE SEA PECADO


Sé feliz trabajando por hacer realidad lo que la Navidad significa.

                                       José Luis Molina                                               Navidad 2018

REFLEXIÓN SOBRE LA NAVIDAD


Os recomiendo su lectura.

Hola, que ya es otra vez Navidad

por Blogger
Que digo yo que ya está llegando de nuevo la Navidad, como ocurre todos los años, mejor dicho, en tanto que la cosa del pasar años siga funcionando como lo hace ahora: con nosotros dentro, dando vueltas metidos en la rueda de este molino del año tras año, rueda a la que, dicho sea de paso, le tengo mucho apego, aunque ya sé que, a no tardar, se terminara parando (para cada uno a su debido momento), pero a lo que iba, que te quiero decir que opino que estas son unas fechas excelentes, además de para desearte lo mejor, que lo hago de todo corazón, para ponerme a charlar un poco contigo, que necesidad hay de ello, pues, siendo cosa muy conveniente, la practico poco, y para empezar te diré que, en cuanto me puse a escribirte, lo primero que se me vino a la cabeza fue que me veo cambiado, que observo que, de año en año, percibo las cosas, entre ellas la Navidad, de distinta manera y, aunque obviamente no soy muy original en esto, te lo quiero señalar pues me lleva a pensar que estoy llegando a ser alguien muy distinto del que era hace no muchos años y no digamos si me remonto a mi niñez, que me acuerdo de que la Navidad era, para el niño Juanito, ir a comprar el pavo con sus padres, los turrones y los Reyes Magos, que hojeaba yo los periódicos con gran avidez para encontrar en ellos a los Reyes Magos, que aparecían dibujados en bastantes anuncios y, en viéndolos, sentía una sensación de éxtasis indescriptible y, cuando me llevaban a misa y el cura hacía referencia a los Magos de Oriente, quedaba yo enormemente defraudado, que lo que él decía eran cosas sin importancia, que nada se comentaba de lo sustancial, de los juguetes que ellos traían, de aquella forma tan perturbadora, en la noche mágica del 5 al 6 de enero, y, volviendo a estos días de ahora, hoy ando yo, en lo tocante a la Navidad, como el que mira a una de esas personas que, para ganarse una perrillas, se ocupan en distraer a los chiquillos disfrazándose de peluches, que no se les ve a ellas sino a los peluches que las revisten, pues así me pasa a mí con la Navidad, que miro y lo que alcanzo a ver es bullicio, luces, mucho comer, regalos, que parece como si al nacimiento de Jesús se le hubiera recubierto con un disfraz de Papá Noel, que a este sí que se le ve por todas partes, pero, volviendo a lo que yo estaba, a ese cambiar mío del que te hablo, acontece que no necesito remontarme a la infancia para poder apreciarle, pues no hace mucho yo tenía por cierto que, aquello de que Jesús había venido a salvarnos del pecado, venía a significar que con su muerte se posibilitaba nuestro acceso a los cielos, permitiendo que nos pudiéremos librar de la condenación eterna, pero este cambiar mío, del que te estoy hablándote, me ha llevado a ver las cosas hoy de un modo muy diferente, me ha llevado a pensar que el fruto de la venida de Jesús es él de guiarnos a trabajar por el amor y la justicia, que eso, a buen seguro, sí que nos ha de librar del pecado y que también, además de esto, te quiero decir que, con el modo de pensar que ahora me traigo, la Navidad pasa a ser un espléndido acontecimiento que puede llevarnos a vivir de otra manera, con amor y con justicia, y ya acabo, que, con lo que va dicho, espero haber logrado transmitirte algo del como me encaro con esta nueva Navidad que nos llega, que a eso venía yo, y que, bueno, que un buen abrazo, con mis mejores deseos,
Juan de Burgos Román
jgudor@gmail.com

sábado, 15 de diciembre de 2018

ADVIENTO

Tiempo de esperanza y compromiso

por Blogger
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GABRIEL Mª OTALORA, gabriel.otalora@outlook.com
BILBAO (VIZCAYA).
ECLESALIA, 14/12/18.- El término "Adviento" viene del latín adventus, que significa venida, un tiempo de preparación espiritual y celebración del nacimiento del Niño Dios. Su duración incluye a los cuatro domingos más próximos a la liturgia de la Navidad (la Natividad), aunque en el caso de la iglesia Ortodoxa llega hasta los 40 días. Curiosamente, lo que debería ser un tiempo para los cristianos de hacer sitio a la Palabra, es la época del año en la que respondemos mejor al bombardeo por tierra, mar y aire de la publicidad para gastar y comprarlo todo.
Esta grave inconsecuencia adquiere unos tintes muy poco festivos cuando reflexionamos el Adviento al calor del mandamiento de amar a Dios sobre todo, y al prójimo como a nosotros mismos. Dicho de otra manera, el Aviento litúrgico está inseparablemente unido al adviento de los millones de refugiados que vienen a nosotros, y sus hermanos en el Señor, es decir nosotros, no les recibimos. Mansamente nos vamos olvidando del drama que tenemos ahí, en la puerta de una Europa oficial que ha echado sus valores solidarios por la borda.
Mientras no toca de cerca, no reaccionamos. Lo plasma muy bien el poema del P. Martin Neimöller con el que denunciaba la cobardía de los intelectuales alemanes ante los nazis:
“Cuando vinieron a buscar a los comunistas, yo no dije nada porque no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera alzar la voz para protestar”.
Atrás quedó la proclama ética "Indignaos" de Stéphane Hessel ante la indolencia generalizada de una Unión Europea cada vez más autocomplaciente dando la espalda al adviento de quienes huyen de la guerra y el hambre a base de hurtarles el derecho internacional de refugiado de guerra.
El Adviento tradicional llega viciado por el absurdo materialismo consumista e indiferente a la realidad de los que huyen de esta guerra. (Etimológicamente, absurdo viene de “sordo de oído”). El contrapunto a las conciencias adormecidas son los movimientos solidarios, cristianos o no, comprometidos con el otro adviento de los refugiados actuales y de los que siguen llegando por el Mediterráneo cuestionando nuestras actitudes. De momento, no parece que las proclamas del Papa Francisco y de las ong´s hacen mella en los dirigentes europeos. Aun así, yo mantengo la esperanza porque muchos, en silencio, trabajan por un mundo mejor.
Es tiempo de esperanza pero también de compromiso. No podemos ningunear el Adviento pasando sin pena ni gloria por encima de estas cuatro semanas y plantarnos ante las llamadas fiestas navideñas cada vez más centradas en el gran al dios Mamón y acudiendo a las celebraciones litúrgicas como guindas del sinsentido y de la contradicción de fe. Los católicos del Primer Mundo participamos de la actitud consumista sin que se nos pueda reconocer muchas veces como tales cristianos al comportarnos como los que no lo son.
Si la Navidad ha perdido su significado es porque nos hemos quedado en la celebración en lugar de centrarnos en la experiencia. Teresa de Calcuta lo expresó muy bien: Es Navidad cada vez que doy el amor de Dios a través de mí. Sí, es Navidad cada vez que sonrío a mi hermano y le ofrezco mi mano. Sobre todo esto tenemos que reflexionar y orar en las semanas que tenemos por delante (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

lunes, 3 de diciembre de 2018

COMUNICADO DE LA XIX SEMANA ANDALUZA DE TEOLOGÍA.- Torrox

“Misericordia y justicia ante la desigualdad global”

por Blogger
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“MISERICORDIA Y JUSTICIA ANTE LA DESIGUALDAD GLOBAL”
Comunicado de la XIX Semana Andaluza de Teología
Torrox (Málaga).
ECLESALIA, 03/12/18.- La producción de “residuos humanos” -es decir, las poblaciones “superfluas” de migrantes, refugiados y demás parias empobrecidos- es una consecuencia del proceso globalizador a nivel mundial y su ensalzado progreso económico. Dicha globalización provoca un número cada vez más elevado de personas privadas de medios adecuados de subsistencia, al mismo tiempo que el planeta se está quedando sin lugares habitables para ellas y tal vez algún día también para todos los humanos en un desastre ecológico global.
La Unión Europea carece de respuestas ante los desafíos que plantea nuestro entorno geoeconómico y geopolítico. No tiene visión estratégica ni a largo ni a medio plazo. Deja al Mercado gestionar “automáticamente” la demanda migratoria y no quiere asumir su responsabilidad política y moral para con refugiados y migrantes. Su falta de visión y decisión, de previsión y de gestión de las migraciones beneficia directamente a los movimientos y partidos políticos xenófobos y a los traficantes de personas. Podemos decir que la crisis de las migraciones es la crisis de la propia Europa como proyecto humanizador y civilizatorio que pretendía ser un verdadero espacio de libertad, justicia y seguridad al servicio del reconocimiento e igual garantía de los derechos humanos.
Las migraciones interpelan: o apostamos por ser humanos en una sola humanidad, o se agudizarán las diferencias practicando la cultura del “descarte” que dice el Papa Francisco. Leyes de extranjería cada vez más severas y criminalizadoras, crueles medidas de control de fronteras, políticas de extrema dureza contra los “fugitivos” (migrantes o refugiados), miles de ahogados en el mar, gobiernos que no quieren ver ni hacer justicia, trabajadores extranjeros a explotar y sin derechos, auge de la xenofobia y de populismos que propagan el odio étnico, el temor y el rechazo a quienes llegan hasta aquí: personas con la muerte a su espalda y un muro ante su rostro. Vivimos enredados en una dinámica de rechazo de “los otros”, víctimas silenciadas, olvidando que en ellas nos jugamos nuestro propio ser, personal y colectivo.
Discriminar, invisibilizar, ignorar, minusvalorar, marginar, explotar son prácticas cada vez más extendidas en nuestras sociedades y forman parte de la experiencia cotidiana de las personas y colectivos que las sufren: mendigos, los sin techo, migrantes y refugiados, desempleados y parados, mujeres víctimas de trata, pensionistas empobrecidos, desahuciados, barrios marginales y marginados, minorías de todo tipo, etc.
La discriminación femenina es un hecho evidente en toda sociedad y en todo el mundo. Aunque es verdad que la desigualdad no se presenta con la misma intensidad en todas partes y culturas, lo cierto es que dicha desigualdad está presente en todas ellas y siempre obedece a la misma causa: el patriarcado como sistema simbólico y social creado y organizado por los varones. Un sistema que vive en los discursos ideológicos y se concreta en las estructuras sociales que priorizan el ejercicio del poder masculino con instituciones y normas opresoras para las mujeres.
El duro recorrido histórico del feminismo por lograr la igualdad de género tiene aún muchos retos hasta alcanzar la autonomía personal y el reconocimiento social de las mujeres. Frente al patriarcado dominador y dominante ya no hay marcha atrás en lo conseguido por las mujeres, que apuestan por rozar lo increíble y tener su lugar en un mundo no pensado para ni por ellas. Vivir como diferentes y a la vez como iguales y construir una sociedad igualitaria es un largo camino siempre por hacer.
Ante la irracionalidad, silenciamiento e indiferencia de cuanto sucede en el mundo y en nuestros entornos más próximos, no podemos olvidar nuestra misión como ciudadanos/as y como cristianos/as: ACOGER. La acogida debe prevalecer sobre leyes, normas y protocolos. Hemos de cuidarnos mutuamente. Porque la acogida no es algo unidireccional. Acojo si me dejo acoger. Me acogen si soy capaz de disponerme a la acogida. Esos cuidados recíprocos son los que nos constituyen como personas y como comunidad cristiana. Acogida, cuidados, comunidad, solidaridad, gratuidad, etc. son obligación de justicia y son adjetivos necesarios que pueden hacer de la vida colectiva y personal algo completamente diferente y más feliz. He aquí la tarea que nos queda: salvar lo que nos salva y contar con los que no cuentan.
Sabemos que el compromiso del seguimiento evangélico conlleva un decidido combate contra la idolatría del dinero, del poder, del consumo, de la violencia. En otras palabras, un combate a favor de la justicia que se desborda en la solidaridad como plenitud de aquella. Misericordia y justicia son los criterios para discernir, probar y comprobar que nuestra adhesión a Jesús de Nazaret es creíble y nos aproxima a la propuesta de que otro mundo es posible y necesario (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).