Ahora ya, en
esta etapa de mi vida, una de las cosas
de las que disfruto, son de los desayunos.
Durante mi
vida laboral los desayunos siempre fueron de “prisas “, De pie, soplando el
café que había salido muy caliente y no tenía tiempo para que se enfriara,…
Estuviera solo o acompañado, sin margen para calentar motores, establecer
conexiones de comunicación, etc.
Ahora no es
así. Primero no es tan temprano. Voy reactivándome en la cama, volviendo a la
realidad, tomando conciencia de lo soñado
y de lo real, situándome en ello.
Seguidamente
preparo mis medicinas y el desayuno. Con frecuencia me digo que este día voy a
cambiar el desayuno, pero al final termino permaneciendo en la fidelidad a mi
café, mi tostada de ajo y aceite y el zumo de naranja.
Disfruto en
todos estos preparativos para llegar a lo que más cuando me siento y, mientras
desayuno, zapeo en la tele buscando noticias del momento. Y así, con el
desayuno y las noticias, me llegan los primeros rayos del sol que, tras haber
remontado el Albarracín, atraviesan mi ventana filtrándose entre las plantas.
De verdad
que es un segmento del día en el que cotidianamente, pero no menos intenso y
gratificante por cotidiano, se me manifiesta y se me facilitan muchas cosas: el
placer de reconciliarme con mi historia, que es evocada de muchas maneras,
tomando conciencia de lo que he logrado ir siendo con mis esfuerzos y con el
aporte de los demás, la propia identidad que se logra y se goza en el encuentro
con los otros, etc. Y miro hacia la ventana y en sus cristales los rayos de sol
provocan destellos y, en esos destellos, surgen momentos de mi vida. Son breves,
pero potentes. Son rápidos, pero no fugaces. Están llenos de luz y de vida.
Aparecen esos momentos que determinaron mis decisiones definitivas, mis
opciones transcendentales, los
encuentros imborrables, los abrazos transformadores, de plenitud llenos, las
despedidas incombustibles, las luces deslumbradoras y los desiertos de
oscuridad y sin sombras. La carcajada que retumbo en el valle y el desgarro
hecho lamento que llenó la noche y erizo el pellejo de los lobos.
Y en base de
muchos de estos destellos me he manifestado
yo mismo en la intimidad de mi ser.
Cuando son
percibidos alcanzo el prodigio de mi EPIFANÍA: Estoy “con los otros” en la
manifestación de lo que soy, de lo vivido, de lo que quede aún.
Pues bien,
esta mañana, como de costumbre, estaba
en mi ritual desayuno. Lucía un día espléndido y las noticias parecían carecer
de mucho contenido. Todas ellas, permanentemente, hablando de la Cabalgata de
Reyes, de si sí, de si no, de si estáticas o como siempre, de con caramelos o
sin caramelos, … Ciertamente el objetivo era intentar salvar esta encantadora
tradición y todo el mundo de los
niños o todo el mundo de fantasía y
deslumbramiento que los adultos hacemos para los niños pero a nuestra imagen y
semejanza.
Esta
tradición echa sus raíces en un dato de fe. La Epifanía de Jesús, la
manifestación de Dios en Jesús para toda la humanidad. Pero crecieron
desmesuradamente unos aspectos, como cánceres,
que atacaron y agredieron a otros.
Hoy también
miré a la ventana y mis ojos recibieron
reflejos que deslumbran, ¿ Sería muy difícil que los creyentes lanzáramos
reflejos de sol sobre la realidad para que en ella apareciera la Epifanía de Dios, la manifestación de un Dios para
todos los hombres como nos dicen los textos de hoy?
Complicado
seguro que sería pero, yo creo, que también posible, sin destrozar nada de la
magia que este evento ofrece al mundo
infantil.
No pretendo
escribir por nadie, No pretendo decir a nadie que tiene que hacer. No obstante
no resultaría difícil encontrar bastantes propuestas.
Solo a
manera de ejemplo, voy a presentar una .
Comenzar por
educar a los niños, cuando se les habla de los Reyes Magos y sus regalos que
estos significan tener presente el regalo de la vida que Dios nos ha dado para
todos.
Por tanto
estos regalos deben tener presente la vida en valoración, respeto, etc, y
aparecería la dimensión ecológica de los Reyes, pacifista si trabajamos la no
violencia.
Si estos
regalos representan el regalo de Dios
para todo ser humano, todo ser humano tendría que tener su “Regalo de Reyes”,
pero por justicia, no por lástima, y por ello, desde la dignidad, el respeto,
la solidaridad.
¿Qué tal si
en la famosa “carta a los Reyes” en vez de decir el tradicional “he sido bueno
y por eso os pido me traigáis todos estos antojos”, lo cambiáramos por “ como
quiero ser bueno quiero este
juguete_________ (no de desecho o de segunda mano que ya no quiero) para estos
niños de situaciones vulnerables o especiales
O, en la
carta, escribir : “En vez de los juegos y películas bélicas, etc, que otros
años he pedido y sabiendo que hay quienes les quitan a otras personas el regalo
de la vida, pido a ustedes, Reyes Magos que el valor de esos juguetes bélicos
lo entreguen para asociaciones que trabajan por la paz: Médicos Mundi, Amnistía
Internacional, Médicos sin fronteras, Manos Unidas,etc o se lo entregaran a mis
padre.s para yo ir con ellos a que lo ingresen.
Lógicamente,
buscar la Epifanía de Dios en la vida necesita de un gran esfuerzo educativo.
También largo.
En fin, que
este año me apunto por vivir la fiesta de la Epifanía como un rayo de sol.
PD.-
Asómense a la ventana que ya vienen los
Reyes por el arenal.
De mi parte
os lleva un abrazo
José Luis
Molina
Reyes 2022.