lunes, 24 de enero de 2022

EL HENO DEL PESEBRE.- SUEÑO NAVIDEÑO

 



 

 

 

Anoche, como tantas otras, como muchas, como casi todas, soñé. Y en este sueño afloró un matiz infantil que me alegró conservar, no haber perdido. No hablo de un posicionamiento ingenuo, solo apto para niños y para el que los adultos, cuando lo adoptamos, nos colocamos en un posicionamiento artificial, ridículo y hasta ofensivo para los niños porque desde él a los niños los colocamos casi como tontitos.

Este matiz infantil que marcaba mi sueño consiste en la capacidad de soñar, de engendrar vida desde la imaginación proporcionándole interrogantes a la existente.

Pues bien, esta noche soñé.

Me soñé en esa edad en la que eran un disfrute los talleres de teatro abiertos, esto quiere decir que, además del guion, los actores podían introducir elementos propios que, lógicamente, marcarían perfiles en lo representado.

Y en ese sueño el grupo habíamos decidido representar un portal de Belén en  el que, cada uno de los participantes teníamos que asumir la razón de ser de uno de los elementos del portal.  

A mi me correspondió ser el heno.

 Si, el heno del pesebre.

Me hacía feliz servir para que en mi se depositara a Jesús. Y esta experiencia me sirvió para descubrir muchas cosas.

En primer lugar pensé que ser heno era ser el último de la fila porque todos se sentían felices siendo estrellas, la burrita, los ángeles, etc. Pero de ser paja, muchas veces pisoteada, no se acordaba nadie.

Y por ahí empecé a ver la cosa de manera diferente.

Paja pisoteada. ¿Por qué? ¿Para qué? Por acercarse al niño, por descubrir la vida que se nos regalaba. Y me gozaba siendo alfombra y camino que desde lo pequeño y lo sencillo contribuía a este encuentro.

¡Bendita paja!

Pero, ¿y qué me decís de ese calorcito que, junto con el amor de María y José, facilitaba al niño?.   Supe que en mi se encerraba, convertido en calor, el calor de los hombres buenos, el calor de los voluntarios que se echan a las aguas del Mediterráneo para rescatar del frío helado a los náufragos cuyas pateras no llegaron. O el calor de tanto personal sanitario que vuelve a ser refugio y respuesta frente al miedo del rebrote de la pandemia que nos está llegando.

No digo cuando caí en la cuenta de que sirvo para el alimento de la burrita y el buey. Que soy esos bancos de alimentos, esas Asociaciones de voluntarios que, incansables, quieren aportar algo para superar el insultante, ofensivo y vergonzoso desnivel que entre nosotros existe,   entre el hambre y el despilfarro.

Me acordé del heno recién cortado en el campo, mullido y provocador para tenderse en él, mirar el cielo y las estrellas por las noches y soñar enamorado en que es posible otro mundo, que Dios quiere otro mundo,  y me quiere en otro mundo y para trabajar por otro mundo  . Ese olor de estar recién cortado no lo cambio por todo el incienso de Arabia

Por último me acorde de cuando, verde, alfombraba los valles y las lomas, y mi recuerdo se convirtió  en oración de acción de gracias por todo lo recibido. Vi como reverdecía todo el suelo del mundo en el que se había convertido el escenario porque fui invitando a todos los espectadores, a ustedes que me escuchan a que sean conmigo heno.

Feliz Navidad

Un abrazo

José Luis Molina

                     24 diciembre 2021                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  

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