Los días 1 y 2 de noviembre son, a mi
parecer, una efemérides con dos fechas que, entre ambas, la completan.
Si el día 1 es celebrar sabernos
llamados a la santidad, destinados a participar de la única santidad existente
que es Dios mismo, en el día 2 esta dimensión la vivimos aplicada en esperanza
a nuestros difuntos porque los vivimos no desaparecidos, porque sentimos que
continúan formando parte de nuestra historia.
Por último, en esta efemérides,
nosotros , que aún permanecemos en este espacio terrenal, nos sentimos
incluidos porque ese llamado también lo hemos recibido.
Por ello hoy termino esta reflexión
con algo que escribí hace ya algún
tiempo y que titulé
NUEVAS BIENAVENTURANZAS
· Felices los que son capaces de continuar realmente presentes entre los
suyos porque consiguieron “ser madres” engendradoras de vida.
· Felices aquellos que, cuando pronunciamos su nombre, provocan en nuestros
labios un ligero temblor (imperceptible para la mayoría y que solo captan
aquellos con capacidad de repetirlo), porque ellos son mucho más que un
recuerdo.
· Felices los que, sin saberlo, son grandes en los demás desde su
sencillez, porque, sin palabras, nos han hablado de Dios.
· Felices los que nos hacen derramar lágrimas desde su ausencia porque han
sido capaces de hacernos saber que es el amor.
· Felices nosotros que tenemos a Dios porque él nos permite situarnos de
frente ante el absurdo de la muerte.
· Felices nosotros que somos capaces de dar gracias por los que nos faltan
mientras los echamos de menos.
· Felices nosotros que hemos descubierto y experimentado que la vida es más
fuerte que la muerte aunque ésta nos siga jodiendo y la vivamos en todo lo
puñetera que es.
· Felices nosotros
porque nos sabemos felices,
porque encontramos motivos para serlo,
porque somos capaces de reír
entre lágrimas.
Os dedico estas bienaventuranzas y os
deseo las hagáis vuestras.
Felicidades
José Luis Molina
1 y 2 de noviembre 2022