En este fin de semana estamos
celebrando el DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones).
Efemérides obviamente llena de significados en mi vivir
personal (histórico y de fe).
Por ello espero entiendan que mi
reflexión de hoy sea muy personalizada. Y que esto lo entiendan con más
facilidad en los espacios de Jesús de Nazareth de El Puerto de Santa María (en
estos días en vísperas de Asamblea Parroquial) y en Intiruna, en Quito, en la
circunstancia del encuentro con tres ecuatorianas de allá.
Oración
de un misionero
Tomo como punto de partida y como
marco de referencia la oración del Publicano del evangelio de hoy. También, es
cierto, creo que tiene algún eco de referencia a Francisco de Asís y su
Cántico de las Criaturas.
Gracias,
Señor.
Como
tantas veces, ahora, hablando contigo, lo primero que aflora es mi sentimiento de
gratitud ante tu gratuidad.
Te
fijaste en mi, de siempre te habías
fijado en mí, pero yo tardé en tomar conciencia de ello. Pero que inmenso fue
el acontecimiento de , en el tiempo, irme
yo dando cuenta poco a poco, de que te habías fijado en mi.
Me
sedujiste, Señor, y me dejé seducir (Jr. 20,7), y desde esa circunstancia todo
fue distinto.
Dejé
de tenerte miedo.
Dejé
de ocultarme y ocultarte mis pecados.
Entré
en un diálogo permanente, constante, contigo y me hiciste crecer y saberme
grande en tu amor.
Diálogo
en el que tú me hablabas a mi…, me hablabas de los otros.
Y me
apropie de tu deseo: También los otros te importaban , en los otros también te
habías fijado.
Por
eso, por ese diálogo y a través de ese diálogo escuché tu propuesta: “Tú
querías ir a su encuentro y me encargabas de ello” (Ex 3, 7-10).
Me
hiciste ver que las flores, hermosas en si mismas, salieron de tu mente para
todos: Tenía que ayudarles a poner empeño para conseguirlo, no darse por
vencidos.
Cuando,
en nuestros coloquios, mis pulmones se ensanchaban y percibía mi organismo se
llenaba de vida y vigor con el oxígeno, sentía el compromiso de luchar por
conseguir fuera volviendo a aquellos el aire
que les habían robado.
Cuando
tuve experiencia de comunión contigo y en ti, descubrí la universalidad de la
comunión en el otro y aprendí a leer la palabra SOLIDARIDAD.
Y
así llenaste mi mochila.
Y
así me puse en camino.
Y
así me invitaste a ser virus de contagio.
Y me
marché. Y caminé. Y siempre te supe cerca. Tu Buena Noticia afloraba:
Levantaos, Dios os quiere LIBRES, HONESTOS , DIGNOS. Y añadimos más:
Solidarios, coherentes,…
Se
irritaron las mitras. Los piadosos y los que podían perder lo que no querían
perder, callaron.
Hoy
estoy una vez más aquí, dialogando contigo.
Celebrando
esta historia de amor.
Con
esta historia de amor en mis espaldas y en mi corazón.
Con
los gozos en ella vividos.
Con
las infidelidades con las que la he mancillado: Soy capaz de reconocerlo, soy
capaz de decírtelo. Eso me salva. Sintiéndote siempre cogido de tu mano.
Sé
que aún, aunque muy limitado, me sigues hablando de que los otros te importan y
me sigo sintiendo, con otros ,
invitándome.
Por
ello, en este día solo pongo ante
ti el agradecimiento que me rebosa.
José
Luis Molina
23
octubre 2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario