domingo, 30 de octubre de 2022

NAAMÁN

 


2 Reyes 5, 14-17

 


Me gusta este nombre.

Me suena a más, a querer más, a no tener bastante, a quererlo todo y entregarse todo. A echarse al agua consciente de la corriente, pero sabe que lo importante es llegar a la otra orilla. A pensar que sus músculos han sido ejercitados para nadar no para quedar contemplando la espuma entre las rocas y el culebreo de las burbujas.

Naamán, el sirio. También el sobrenombre le da rotundidad.

No es de los nuestros. Es de otro pueblo. Vino de otro pueblo buscando. No le importó: atravesó la vida buscando vida, salvación, salud. Apostó con la vida y su vida quedó vinculada a la vida encontrada.

Naamán el sirio. Siete veces sumergido. La plenitud, la totalidad del periodo temporal, sumergido, renovándose, renaciendo. Y no podía ser menos en un hombre así.

Detrás de la experiencia viene la confesión, el reconocimiento y la adhesión a lo encontrado. El TODO que llena su todo.

Y ya, para terminar, me quedo maravillado con su conclusión, su deseo, su petición, su compromiso: LA CARGA DE UN PAR DE MULAS, nada más y nada menos, DE TIERRA DE ESE PAIS, DE LA TIERRA DE SU EXPERIENCIA, del hábitat donde ha encontrado la plenitud, la respuesta, la salvación.

Vean como un hombre así, Naamán, no podía defraudar. Su experiencia determina, perfila el terreno donde ha de ubicar su futuro.

Me gusta este personaje: Naamán el sirio.

Y la Palabra de Dios también se hizo poesía.

Dios es poesía. En la tierra de la experiencia de Dios, florece la poesía.

Que las dos cargas de vuestra tierra estén regadas por el Jordán

Un abrazo

José Luis Molina

9 de octubre del 2022

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