sábado, 23 de abril de 2022

COSAS DE VIEJO



 

A las personas, cuando llegamos a cierta edad, como el que suscribe, creo que nos pasa (si no a todos, a un número muy considerable) que tenemos tendencia a la evocación. El listón, que es la vida, deja, desde el fulcro,  mucho más espacio para el ayer que el que intuimos para mañana.

No, nos engañemos, no es para refugiarnos en que cualquier tiempo pasado fue mejor en confrontación con el presente. Creo que no, aunque pueda haber algún caso. En mi opinión tiene unas causas más identitarias. Añoramos, volvemos la vista atrás, para seguir comprendiéndonos, para no perder nuestro ADN histórico. Evocar es no dejar caiga o caigamos en el pozo del auto-olvido de uno mismo.

A medida que vamos viviendo  con mayor presencia los límites de nuestra historia, queremos que estén presentes los inicios. Por eso, a veces, recordamos con más detalles, muchas veces ennoblecidos por la patina del tiempo, acontecimientos del “hubo una vez” que los acaecidos ayer.

Bueno, sea como sea, a mi me ocurre, y si a alguien le pasa lo mismo ya somos dos, que con mis evocaciones recorro aspectos de mi vida. No solo hechos ocurridos. Muchas veces son los criterios desde donde me movía.

Pues, en ese orden de cosas,  ahora pienso si , tal vez, no hubiera sido más adecuado que, en vez de José Luis, me llamase Tomás. Porque resulta que, como al personaje de dicho nombre, a mi me pasaba que quería ver: Ver para verificar, ver como respaldo y garantía de autenticidad. Pues solo existe lo que se ve, escuchaba y decía yo mismo. Quería ver revivir a los muertos, como desaparecía un cáncer por un agua milagrosa o una túnica bendecida. Quería ver como rodaban la piedra de la entrada del sepulcro , como Jesús aparecía y desaparecía con las puertas cerradas, a través de las paredes. Quería oír su voz, la voz que yo ya había imaginado como suya y tocar su túnica, la que no repartieron y echaron a suerte. En fin, más o menos centré mi fe en el ver y bendecía y supervaloraba todas las visiones y visionarios.

Han pasado muchos años. El tiempo siguiente al sábado ha ido transcurriendo entre dolores, angustias, miedos, cobardías y algo que se ha ido logrando su lugar propio: la experiencia de resurrección. Sí, ese colocar lo máximo en el ver ha ido dejando paso  a sentir plenitud en el experimentar que está vivo y entre nosotros. Cuando he conocido, en el devenir de mi historia, personas que desde él, por él y con él cambiaron su vivir para ser “por-los-otros”, me di cuenta de que estaba allí, que era compañero de caminada. Cuando alguien consiguió romper ataduras de muerte y salió del sepulcro dejando la sábana por el suelo alcanzando una humanidad de plenitud, supe llevaba en su pecho guardado  su sudario. Cuando he sido testigo de como hay personas que la violencia no las vencen con armas más violentas y, doblegando la propia, hacen opción por el diálogo y la acción educativa preventiva y de trabajo por la justicia, siento que no se quedó colgado en la cruz o vencido en el sepulcro.

Cuando frente a la corrupción (podredumbre de muerte) de aprovechamientos oportunistas y salvajes, hacen que desaparezca el hedor por el bálsamo de antisépticos de voluntariados, entrega y compartir…

Cuando descubro una humanidad que camina hacia Galilea en pos de una vida y un mundo diferente, me siento dichoso de las experiencias que me ha ofrecido la vida y me uno al caminar de esas gentes que van dejando sus muletas por las veredas. Es verdad que acordándome de Bertolt Brecht, en algunos pasos caigo pero no recurro a las muletas. Me apoyo en el brazo de quien camina a mi lado, y sigo.

Después me siento más joven mirando hacia adelante.

Un abrazo

José Luis Molina

24 de abril del 2022

 

 


jueves, 21 de abril de 2022

UNA VENTANA



 


Yo quiero una ventana,

una ventana, al menos,

con vocación de puerta.

Yo quiero una ventana

que como oídos trague

música de presencia

de las voces que hoy

claman pidiendo ser,

música del ayer

para que nunca olvide

que luché, que amé, que quise

ser himno de esperanza

y tesón en la lucha,

y que, también, sea música

abierta a ritmos nuevos:

bonitos los boleros,

magnífico aquel coro

de Verdi en el Nabucco,

 pero, también, que oiga

qué habla el reguetón.

Que mi ventana deje

pasar el aire fresco

que levante pavesas

que están por los rincones

y al campo las traslade

como abono de sueños

que, aunque ardieron,

por ahí andan vagando.

Que mi ventana logre

enmarcar tu figura

transmutando las flores

que por ella se asoman.

Que sea, de salvación, portillo

por donde siempre pueda

la libertad ser libre.

Yo quiero, quiero,

yo quiero una ventana

de esencia inconformista

que no ceje el empeño

de conseguir ser puerta.

 

José Luis Molina

21 de abril del 2022


sábado, 16 de abril de 2022

SACRAMENTALIDAD DE LA PASCUA

 



 

En esta noche, como reflexión, quiero compartiros una experiencia. Una experiencia sacramental.

Os propongo que, mientras escuchéis mi reflexión, si es posible, estéis  contemplando de nuevo o tengáis presente el video que ya conocéis y que ha adquirido sacramentalidad en la experiencia de mi vida.

Ahí va:

 

 

 

 

Hay proyectos truncados por la avaricia y la competencia solapadamente interesada que acallan el clamor de las piedras que esperan justicia, pero hay calas que emergen erguidas de entre lo verde y son las trompetas que proclaman que no todo está perdido, que es posible un mundo, una vida nueva, mejor.

Hay traiciones, golpes bajos y rastreros, ambiciones, comportamientos oscuros y retorcidos, pero hay margaritas, millones de margaritas que unen sus pétalos para tejer un inmenso mantel blanco de solidaridad, de servicio, de vida compartida, de comida que nos hace próximos, hermanos. En este tiempo los campos están llenos de margaritas, canto y promesa de que habrá pan para el que tiene hambre. Las veredas están reventando de margaritas. Son caminos que nos invitan al encuentro, al abrazo, a la solidaridad, a los brazos unidos  y los hombros arrimados por un mundo mejor y posible.

Hay gritos, dolor, sangre, muerte, vida desgarrada, esperanzas destrozadas, futuro atormentado y  ensombrecido. Desconsuelo de madre, rabia incontenibles de hombres malheridos. Pero hay glicinias pendiendo del cielo como lluvias de estrellas sobre el caos. Hay personas que trabajan y se comprometen con la paz, que con su llanto compartido se esfuerzan en que éste sea menos amargo, que trabajan por la justicia para crear pautas por donde sea posible que circule.

Sí, a pesar de todo, llega la noche, pero, aún en ella, y después en el amanecer el río de El Bosque  ofrece la frescura de su agua y la música de su presencia en la redonda pila de ablución. Ya no hay piedra redonda para la muerte que selle el sepulcro.




Hay fuente redonda para la vida.

Detrás del Majaceite  está la vida.

En el Majaceite  está la vida.

La vida que se celebra en el abrazo y en la mirada de los ojos  en frontalidad.

¡Aleluya!

José Luis Molina

17 de abril del 2022

 

 

 

SACRAMENTALIDAD DE LA PASCUA


 

En esta noche, como reflexión, quiero compartiros una experiencia. Una experiencia sacramental.

contemplando de nuevo el video que ya conocéis y que ha adquirido sacramentalidad en la experiencia de mi vida.

Ahí va:

 

 


 

 

Hay proyectos truncados por la avaricia y la competencia solapadamente interesada que acallan el clamor de las piedras que esperan justicia, pero hay calas que emergen erguidas de entre lo verde y son las trompetas que proclaman que no todo está perdido, que es posible un mundo, una vida nueva, mejor.

Hay traiciones, golpes bajos y rastreros, ambiciones, comportamientos oscuros y retorcidos, pero hay margaritas, millones de margaritas que unen sus pétalos para tejer un inmenso mantel blanco de solidaridad, de servicio, de vida compartida, de comida que nos hace próximos, hermanos. En este tiempo los campos están llenos de margaritas, canto y promesa de que habrá pan para el que tiene hambre. Las veredas están reventando de margaritas. Son caminos que nos invitan al encuentro, al abrazo, a la solidaridad, a los brazos unidos  y los hombros arrimados por un mundo mejor y posible.

Hay gritos, dolor, sangre, muerte, vida desgarrada, esperanzas destrozadas, futuro atormentado y  ensombrecido. Desconsuelo de madre, rabia incontenibles de hombres malheridos. Pero hay glicinias pendiendo del cielo como lluvias de estrellas sobre el caos. Hay personas que trabajan y se comprometen con la paz, que con su llanto compartido se esfuerzan en que éste sea menos amargo, que trabajan por la justicia para crear pautas por donde sea posible que cir

Sí, a pesar de todo, llega la noche, pero, aún en ella, y después, en el amanecer, el deshielo de los nevados ofrece la frescura de su agua y la música de su presencia en la redonda pila de ablución. Ya no hay piedra redonda para la muerte que selle el sepulcro.





 

 

 

 

 

 

 

Hay fuente redonda para la vida.

Detrás de la cascada está la vida.

En en la cascada que canta está la vida.

La vida que se celebra en el abrazo y en la mirada de los ojos en frontalidad

¡Aleluya!

José Luis Molina

17 de abril del 2022.

 

 

 

LA CAJITA

 


 


Busqué una cajita, de esas en forma de cofre.

En ella puse un trocito de tela que guardaba como reliquia con una mancha de sangre señalada.

También una margarita que corté en mi patio y otra, silvestre, que cogí mientras paseaba. No sé si mientras hacía esto me entró algo en el ojo. Lo cierto es que hizo brotar una lágrima que también cayó dentro de la cajita. También, con maestría, fui capaz de alcanzar una nube, un sueño, y meterlo en la caja.

Solo me quedaba una cosa: Mientras la cerraba, deposité un beso.

Después me quedé mirando la cajita cerrada. Me había quedado como vacío.

Tenía miedo de volverla a abrir. Pero lo hice.

La cajita me devolvía un perfume. Es el que uso en días señalados, cuando quiero que me envuelva un halo inconfundible. En él está la tela, la sangre, las flores, la lágrima, el beso y la nube.

Ha amanecido

¡Feliz Pascua de Resurrección!

José Luis Molina

16 de abril del 2022.

viernes, 15 de abril de 2022

MAS ALLÁ DEL RITO

 



 

 

 

Antes de que amaneciera blanca mi cabeza, tuve la suerte de contar, en mi caminar, con la presencia de un gurú.

Él me ayudó a mirar lo inescrutable al descubrir que lo tenía ante mí. Recuerdo sus gestos, recuerdo su voz llegando a mi con pausa y recuerdo también su inmensa pasión por la vida.

Me enseñó a mirar las estrellas y me fue dando, aunque a veces no le resultara fácil hacerlo,  el secreto de la poesía que la vida encierra y de la hondura a la que esta vida nos lleva.

Desde y con el rememorar nuestros momentos de comunicación,  mi cabeza se fue plateando y ,creo, fui capaz de ir buscando y, según encontraba, ir rompiendo corsés y abriéndome a la inmensidad, a simplificar los procesos y detenerme frente al hallazgo, a reinventarme con cada uno de esos hallazgos que lograba.

Por este proceso de simplificación ha ido desfilando, creo, y aún lo espero, lo esencial de lo que soy. También mi fe, elemento constitutivamente esencial de mi yo.

Cuando hablo de simplificación no estoy refiriéndome a quitar hondura sino al experimentar como las ondas luminosas, que proceden de un mismo foco, se expanden en línea recta repartiendo su esencia en cualquiera de las direcciones  hacia donde se propaguen.

Pues bien, hoy con calma, me he ubicado, con esta mirada simplificadora, frente al acontecimiento de este día: LA CENA, LA EUCARISTÍA.

Analicemos el foco originario. En el descubrimos: Final de un recorrido. Recorrido vital de liberación y crecimiento ofrecido, compartido. Camino que se hace desde el servicio (no desde la dignidad o el poder), desde el servicio hecho opción por el otro, por los otros. Servicio que se ha recibido y que toca dar.

Servicio al que se nos invita y se nos pide accedamos a realizar: “Haced esto como memorial mío”. Y todo esto celebrado con una mesa compartida, en una cena compartida, con pan de todos y para todos. Y en el máximum, corriendo el  riesgo de que se cuele la traición: “…la mano del que me entrega está en la mesa, a mi lado” (Lc 22, 21) aunque ciertamente estaba en la mesa, pero no participaba de AQUELLA CENA.

Ahora, situados en este foco central, recorramos los rayos de luz que salen de él en una aparente diversificación. Por ejemplo:

·      Los que lloran  porque no son indiferentes al dolor humano, al fuego que mata y a la envidia que destruye.

·      Los que hacen opción por ser pobres para luchar contra la miseria y la acumulación que la genera y buscan el pan de todos para todos.

·      Los pacíficos, los que destruyen la violencia con el perdón y la acogida.

·      Los que trabajan por la justicia de la creación de Dios para toda la humanidad.

·      Los que afrontan persecución por participar de este pan compartido y buscan la igualdad de todo ser humano, hombre y mujer, por encima de raza, orientación, etc.

·     

 

¿Están de acuerdo conmigo en que las bienaventuranzas son trigo que amasa el pan eucarístico y que comerlo es personalizarlas?

Podríamos continuar situándonos en otro rayo de luz. Por ejemplo, las obras de misericordia: enseñar al que no sabe, no arrinconar a los viejos enfermos, acoger a los aparentemente inútiles, liberar de esclavitudes, luchar contra todo tipo de hambre y lo que la provoca. ¿No son cauces por donde hacer concreto el servicio? Pero un servicio no para que me premien sino porque me importa el prójimo al que lo quiero próximo.

Pues así podríamos continuar por otros aspectos que escogiéramos. Os invito a hacerlo: Fijarnos en un rayo de luz concreto: la oración, el trabajo, la vida que construyo, ect  y  ) ver como en él , en la manera y el por qué  lo utilizo, me hace participar de esa CENA PASCUAL que celebramos.

Y solo me queda una cosa: Es una cena en común. Es una cena en plural. Es sacramento de común-unión porque no es tarea individual sino respuestas personales que se embarcan en una nave común.

Feliz Jueves Santo

José Luis Molina

14 de abril del 2022

EL SILENCIO DE DIOS Y EL FIN DE LA HISTORIA

 

 

El Silencio de Dios y el Fin de la Historia

 

 

 


En  Religión Digital me encontré este articulo de Guillermo Jesús Kowalsky  y me pareció interesante porque aporta aspectos importantes para la comprensión y reflexión sobre el Viernes Santo desde una perspectiva muy insertada en la realidad. Por ello he decidido suprimir el aporte de mi cosecha para ofreceros éste  que os presento y que espero os aporte perspectivas que os fortalezcan en el compromiso desde el Calvario. Es un fragmento del artículo del autor con dicho título

Creo que después de leerlo u oírlo, quedaría aclararnos personalmente  cuál es nuestra posición, nuestro lugar, con relación a la CRUZ

José Luis Molina

15 de abril 2022

 

 

 

 

Pecado estructural y complicidad religiosa

En la crucifixión participamos muchos: los que deciden, los que corroen la opinión pública para preferir su muerte a la de Barrabás, los que callan, los que traicionan desde dentro como Judas, los que se lavan las manos como Pilatos, los que huyen con el resto de los apóstoles, etc. El asesinato de Jesús es un pecado estructural. Hace falta todo un sistema de decisiones humanas para llegar hasta allí. Bíblicamente se ha llamado “el pecado del mundo”.

Un pecado que ha corrompido hasta la misma religión poniéndola al servicio una casta privilegiada que “en nombre de dios” manipula conciencias para perpetuarse en el poder y mantener al rebaño imbecilizado con miedos, rituales y sacrificios, pero sin amor ni interés por el mundo. Una religión que no duda en transar con los demás poderes para sobrevivir y que conviene a los poderosos para adormecer la sed de justicia de todo ser humano en la cruz.

¿Qué clase de religión es esa que enseña a tranquilizar la conciencias frente a un crucifijo y tolera ser indiferente con los crucificados de carne y hueso por la religión del más fuerte (ya sea el estado o el mercado)? 

Ese tipo de religión es la que ha permitido y sigue permitiendo las guerras, desigualdades e injusticias mayúsculas evitables. El holocausto se produjo dentro de una cultura conformada por el cristianismo...la mayoría de aquellos facinerosos habían recibido durante años clases de religión cristiana, asistían con frecuencia al culto divino y escuchaban sermones e instrucciones morales. Existió un cristianismo que hizo posible Auschwitz, o al menos no lo impidió (T. Ruster, El Dios falsificado).



La muerte de Jesús es el fin de la era de Adán y comienzo del Reino de Dios y su Justicia

El viernes santo no es un ritual mágico que se le ocurrió a Jesús y que hay que representar supersticiosamente para irse al cielo. Es el fracaso y el final de un modelo de humanidad. Es la lógica de este mundo en la que hemos terminado matando al Hijo de Dios (Mc 12,1).

La muerte de Jesús muestra en qué termina aquello que comenzó bíblicamente con el querer ser como Dios y que fue creciendo hasta la plenitud de los tiempos. Es el fin del proyecto de un ser humano idolátrico, sin Dios, sin hermanos y sin naturaleza.

A partir de este fracaso, el Señor de la vida nos muestra en el viernes santo que la única vida que merece ser vivida es la que es una vida para los demás, que se entrega “porque es muriendo que uno resucita a la vida eterna”. El don de la vida eterna es el triunfo del Amor sobre toda mortalidad y que nos transforma en seres nuevos. Éste es el principio de la nueva historia, la del Reino de Dios, conformado por los bienaventurados a quienes este mundo ha rechazado.

Cristo se metió en la piel del pobre y el que sufre la injusticia, porque la misericordia es ponerse en el lugar del otro. Su compasión no consistió en esa palmadita que solemos dar al que tiene un problema para luego seguir adelante más aliviados. Él llegó hasta el fin, hasta la exageración. La exageración es algo que está más allá de lo que “se debe” y el amor de Dios es así. Para Él nunca es suficiente, pero lo hace en medio de un sublime silencio para no avasallar nuestra libertad, que tanto respeta.

El viernes santo es el día del Silencio de Dios, que es su manifestación más elocuente. En este momento de la historia, el mundo lo ha crucificado en sus paradigmas y la religión lo ha atornillado en sus templos. Sólo nos queda estar con María y su discípulo amado al pie de la Cruz y sus incontables crucificados.

Guillermo Jesús

poliedroyperiferia@gmail.com 

 

sábado, 9 de abril de 2022

DE MARGARITAS Y MÁS



 

Yo tengo unos amigos.

Yo visito con frecuencia la casa de mis amigos.

En esa casa abundan las margaritas: Margaritas que sonríen, margaritas que sugieren, margaritas que evocan, margaritas que se hacen cumplimiento de promesas prometidas, margaritas que son retos de futuro, margaritas  que son tonalidades de crepúsculo mientras se contempla la playa serena.

Me gusta contemplar el verdor que rodea, que envuelve, la casa de mis amigos. Te serena, te empapa y es preludio de la acogida de brazos abiertos cuando me ven  o cuando llego a la puerta y llamo.

Cuando llego, mis pupilas teñidas de verde, retienen las pinceladas bl.

ancas de las calas emergiendo entre el follaje, o la lluvia transmutada en las flores azules de las glicinias.

Cuando ya voy llegando aún me queda el rumos del agua cayendo en el pilón de la fuente, agua de este río de El Bosque, tras acariciar al culantrillo asido a la roca de la taza.

Es agradable la casa de mis amigos.

Es agradable ir con mis amigos.

Es agradable la casa de mis amigos y mucho más por ellos.

PD.- Espero que con su autorización

José Luis Molina

9 de abril del 2022.





viernes, 8 de abril de 2022

CON MIRADA DE AZABACHE

 

                                 Procesión de La Borriquita.- Arcos de la Frontera (Cádiz)

 

Nos disponemos a celebrar el domingo de Ramos. Un domingo superconocido, superfamoso y que, incluso, tiene un tinte jubiloso y hasta bullanguero.

Parte de la liturgia, mejor dicho la manera de situarse frente a ciertos momentos y ritos litúrgicos: el agitar los ramos, el sortilegio del agua de la bendición, si cae sobre uno o no, la propia iconografía del acontecimiento (Jesús subido en una “borriquita”, así se llama popular y normalmente la procesión de este día) queda simpática. Es agradable la imagen procesional del Platero bíblico, pero tenemos que fijarnos en los “espejos de azabache de sus ojos” para llegar a la hondura recia y fuerte de la que sus enhiestas orejas son atalaya. Sí, me parece bien que el Libro de “Platero y yo” se les lea a los niños. Es un magnífico inicio al mundo de la lectura  pero, y comparto totalmente la opinión de Juan Ramón Jiménez (en Prologuillo (Platero y yo), en que no es un libro de niños aunque se les pueda entregar a ellos, pero no infantilizarlo.

Lo mismo cabe para el tema que nos ocupa. Es bueno caer en la advertencia de no convertir, ayudado por la iconografía, haciendo una infantilización de la “Borriquita”. No es procesión de “gloria jubilosa” sino que, la alegría, proyecta con sus ramajes vitoreados, sombras de dolor y de dificultad. Veamos que el color litúrgico que se emplea no es el blanco, sino el rojo, color del martirio, pero también del amor, del Espíritu.

Con estos antecedentes penetremos, a través de esos ojos del Platero de los Olivos, y sumerjámonos con nuestra reflexión en lo que se nos propone.

Jesús se acerca a Jerusalén no los manda allá. Los manda a la aldea que está enfrente. Una vez más no recurre a la Ciudad Santa, Sagrada, la ciudad del “templo de Dios” para que le sea propicia en este momento, como en cualquier otro. No. Los envía a la aldea que está enfrente, enfrentada, polarizando ciudad frente a aldea, lo grande frente a lo pequeño, lo “oficialmente sagrado” frente a lo vital, a lo cotidiano.

El pasaje establece el relato al estilo de los relatos de las  entradas majestuosas de los reyes y los generales victoriosos tras la victoria. Pero manteniendo los elementos, los utiliza modificándolos en confrontación. No utiliza un caballo brioso sino un borrico con una característica: la de la novedad. No había sido montado todavía. Estaba nuevo, por estrenar. Quien lo montaría sería el portador de una vida nueva, diferente, que no se medirá por lo brioso y espléndido de la cabalgadura, sino por la levedad de su pelaje, a ras del pueblo que lo acoge. Es una manera nueva, una propuesta nueva la que se está proponiendo, planteando, y no puede estar sometida ni amaestrada.

Les preguntaron  qué hacían. Dirán solo lo que tienen que decir. Darán razón de que su hacer nace no razones personales e interesadas sino de la propuesta del Señor. No será un apropiarse. Será un poner en servicio, otra concepción distinta del tener.

En las entradas triunfales de reyes y generales victoriosos, alfombraban el camino con telas magníficas y lluvias de flores. En este caso Jesús recibe u borrico aparejado con los mantos de sus discípulos y de los que acudían a él.

Pero poner el manto no era solo poner el manto. Era mucho más. El manto era una pieza de inestimable valor material y personal. Servía de abrigo y cobija para dormir. Cobijaba a la persona y, por eso, entregar el manto a alguien, significaba hacerle donación de su espíritu, de su identidad. Así Elías entregó el manto a Eliseo cuando se separó de él y este último tuvo que asumir continuar la tarea del primero. Pues a esa vida que llega , nueva,  aclamada, se le pone a sus pies el espíritu, el ser de las personas, su esencia, su entidad.

Los vítores y los ramos no son coronas de laurel o de oro ni exaltación del éxito. Son el rumor de la naturaleza, de la vida, abriendo paso a la presencia de Dios en ella que llega en la apariencia de ese “varón de dolores” que soportará insultos, salivazos y vejaciones pero convencido de que no quedaría defraudado” Ese es el triunfo. Frente a este triunfo, la traición de la humanidad que vende todo esto por las treinta monedas del medrar, figurar, tener, aparentar,… Es, de momento la aparente derrota del “ser”.

Pues bien. Intentemos situarnos como uno más de aquella gente.

Solo por si les sirve para reflexionar:

¿Qué tanto quiero el triunfo glorioso o el porteado por Platero?

¿Qué tal aclamo con mis ramos, con las flores de mi vida, con lo mejor que hay en mi, a esa manera de vida en una adhesión de mi identidad puesta al servicio de ese proyecto que viene montado en un borriquillo?

¿Dónde me encuentro mejor, en la Jerusalén sagrada o en la aldea de enfrente?

¿Con quién estoy mejor con las piedras que gritan o con los que mandan callar las piedras?

Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas. Mir que te llega montado en un borrico. No sirve tu incienso ni tus coronas.

Un domingo de Ramos muy pleno.

Un abrazo

José Luis Molina

10 de abril del 2022.


PD.- Tal vez esta foto pueda darnos pistas de los olivos con los que hoy debemos cantar el Hosanna,

miércoles, 6 de abril de 2022

SEGUIRIYAS Y TARANTOS

 


 

 Ulula el viento

y sube, levantando

por la escalera

un frío que, en ella,

estaba detenido.

Sube al balcón

donde tranquilo siento

banderolas al viento

que penden  bien colgadas

de alambres de azoteas.

 

Palmotea la ropa,

baila tarantos,

el sabor a blancura

y cal, es canto

 en esta tierra

que se impregna de verde

y busca la frescura

de sombras en los patios.

Y desgarra la noche

triste, la seguiriya

que llevo dentro.

 

José Luis Molina

6 de abril del 2022

 

Seguiriya: Canto de velorio, de amor y de muerte.

 

lunes, 4 de abril de 2022

OPCIÓN POR LO NUEVO

 



 

En estos días no dispongo de mucho tiempo para escribir pero si he dedicado mucho tiempo a pensar.

Y desde estos pensamientos quiero acudir a mi cita con ustedes.

 

Y una cosa que me resuena en la cabeza la encontraréis en la primera lectura de Isaías 43:  “ … no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo… vosotros , mi pueblo, que he formado yo y seréis mi alabanza…”

Sin embargo nos aferramos a concepciones cerradas, cuadriculadas, hechas arquetipos (muchas veces desde motivaciones interesadas o torcidas).

Y mientras nos situamos así, la fuerza de la resurrección pasará de largo y no nos rozará. Porque lo anterior, de Isaías, requiere de la experiencia y esta experiencia es experiencia de Cristo resucitado, de Cristo más allá de la muerte y experiencia, ya en nosotros, de vida resucitada, de vida nueva, distinta, plena, de vida de comunión con Dios y, si lo es así, de comunión con los demás comprometidos con ellos. No es un roce superficial, amistoso o incluso afectivo. Es una experiencia de vida compartida celebrada en mesa compartida.

Solo así podremos entender el evangelio de hoy.

Ciertamente los escribas y los fariseos, además de ser unos puritanos repugnantes, están intentando acorralar a Jesús. Y lo hacen desde una posición puritanamente piadosa: ¡ Esta mujer ha pecado! ¡Es una mala mujer!

Jesús solamente les dice :!Vosotros también! Ellos ni lo quieren aceptar y mucho menos reconocer. No pueden entender a Jesús. La vida resucitada que él trae pasa de largo.

Y a la mujer le da la pauta. No le niega que sea pecadora. Pero no pone ahí su importancia. La pone no en el arrepentimiento sino en la conversión: ¡Vete y no peques más!. Su perdón va acompañado de una oferta de cambios de opciones. Eso engendrará actitudes de vidas nueva para saborear la experiencia de Cristo resucitado y nosotros, también, ahí tenemos, si queremos, la vida para intentarlo. Pablo dice que tenemos que irlo alcanzando poco a poco, progresivamente, sin prisa pero sin pausa, con realismo pero no con mediocridades.

No lo desperdiciemos.

José Luis Molina

3 de abril 2022.