En esta noche, como reflexión, quiero
compartiros una experiencia. Una experiencia sacramental.
Os propongo que, mientras escuchéis
mi reflexión, si es posible, estéis
contemplando de nuevo o tengáis presente el video que ya conocéis y que
ha adquirido sacramentalidad en la experiencia de mi vida.
Ahí va:
Hay proyectos truncados por la
avaricia y la competencia solapadamente interesada que acallan el clamor de las
piedras que esperan justicia, pero hay calas que emergen erguidas de entre lo
verde y son las trompetas que proclaman que no todo está perdido, que es
posible un mundo, una vida nueva, mejor.
Hay traiciones, golpes bajos y
rastreros, ambiciones, comportamientos oscuros y retorcidos, pero hay margaritas,
millones de margaritas que unen sus pétalos para tejer un inmenso mantel blanco
de solidaridad, de servicio, de vida compartida, de comida que nos hace
próximos, hermanos. En este tiempo los campos están llenos de margaritas, canto
y promesa de que habrá pan para el que tiene hambre. Las veredas están
reventando de margaritas. Son caminos que nos invitan al encuentro, al abrazo,
a la solidaridad, a los brazos unidos y
los hombros arrimados por un mundo mejor y posible.
Hay gritos, dolor, sangre, muerte,
vida desgarrada, esperanzas destrozadas, futuro atormentado y ensombrecido. Desconsuelo de madre, rabia incontenibles
de hombres malheridos. Pero hay glicinias pendiendo del cielo como lluvias de
estrellas sobre el caos. Hay personas que trabajan y se comprometen con la paz,
que con su llanto compartido se esfuerzan en que éste sea menos amargo, que
trabajan por la justicia para crear pautas por donde sea posible que circule.
Sí, a pesar de todo, llega la noche,
pero, aún en ella, y después en el amanecer el río de El Bosque ofrece la frescura de su agua y la música de
su presencia en la redonda pila de ablución. Ya no hay piedra redonda para la
muerte que selle el sepulcro.
Hay fuente redonda para la vida.
Detrás del Majaceite está la vida.
En el Majaceite está la vida.
La vida que se celebra en el abrazo y
en la mirada de los ojos en frontalidad.
¡Aleluya!
José Luis Molina
17 de abril del 2022
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