El Silencio de
Dios y el Fin de la Historia
En Religión Digital me encontré este articulo de
Guillermo Jesús Kowalsky y me pareció
interesante porque aporta aspectos importantes para la comprensión y reflexión
sobre el Viernes Santo desde una perspectiva muy insertada en la realidad. Por
ello he decidido suprimir el aporte de mi cosecha para ofreceros éste que os presento y que espero os aporte
perspectivas que os fortalezcan en el compromiso desde el Calvario. Es un fragmento del artículo del autor con dicho título
Creo que después de
leerlo u oírlo, quedaría aclararnos personalmente cuál es nuestra posición, nuestro lugar, con
relación a la CRUZ
José Luis Molina
15 de abril 2022
Pecado estructural y complicidad
religiosa
En la crucifixión participamos muchos: los que
deciden, los que corroen la opinión pública para preferir su muerte a la de
Barrabás, los que callan, los que traicionan desde dentro como Judas, los que
se lavan las manos como Pilatos, los que huyen con el resto de los apóstoles,
etc. El asesinato de Jesús es un pecado estructural. Hace
falta todo un sistema de decisiones humanas para llegar hasta allí.
Bíblicamente se ha llamado “el pecado del mundo”.
Un pecado que ha corrompido hasta la
misma religión poniéndola al servicio una casta privilegiada que “en nombre de
dios” manipula conciencias para perpetuarse en el poder y mantener al rebaño
imbecilizado con miedos, rituales y sacrificios, pero sin amor ni interés por
el mundo. Una religión que no duda en transar con los demás poderes para sobrevivir
y que conviene a los poderosos para adormecer la sed de justicia de todo ser
humano en la cruz.
¿Qué clase de religión
es esa que enseña a tranquilizar la conciencias frente a un crucifijo y tolera
ser indiferente con los crucificados de carne y hueso por la religión del más
fuerte (ya sea el estado o el mercado)?
Ese tipo de religión
es la que ha permitido y sigue permitiendo las guerras, desigualdades e
injusticias mayúsculas evitables. “El holocausto se produjo dentro de una
cultura conformada por el cristianismo...la mayoría de aquellos facinerosos
habían recibido durante años clases de religión cristiana, asistían con
frecuencia al culto divino y escuchaban sermones e instrucciones morales.
Existió un cristianismo que hizo posible Auschwitz, o al menos no lo impidió” (T. Ruster, El
Dios falsificado).
La muerte de Jesús es el fin de la era de Adán y comienzo del Reino de Dios
y su Justicia
El viernes santo no es
un ritual mágico que se le ocurrió a Jesús y que hay que representar
supersticiosamente para irse al cielo. Es el fracaso y el final de un modelo de
humanidad. Es la lógica de este mundo en la que hemos terminado matando al Hijo
de Dios (Mc 12,1).
La muerte de Jesús muestra en qué termina aquello que comenzó bíblicamente
con el querer ser como Dios y que fue creciendo hasta la plenitud de los
tiempos. Es el fin del proyecto de un ser humano idolátrico, sin Dios, sin
hermanos y sin naturaleza.
A partir de este
fracaso, el Señor de la vida nos muestra en el viernes santo que la única vida que
merece ser vivida es la que es una vida para los demás, que se entrega “porque es muriendo
que uno resucita a la vida eterna”. El don de la vida eterna es el
triunfo del Amor sobre toda mortalidad y que nos transforma en seres
nuevos. Éste es el principio de la nueva historia, la del Reino de Dios, conformado
por los bienaventurados a quienes este mundo ha rechazado.
Cristo se metió en la piel del pobre y
el que sufre la injusticia, porque la misericordia es ponerse en el lugar
del otro. Su compasión no consistió en esa palmadita que solemos dar al que
tiene un problema para luego seguir adelante más aliviados. Él llegó hasta el fin,
hasta la exageración. La exageración es algo que está más allá de lo que “se
debe” y el amor de Dios es así. Para Él nunca es suficiente, pero
lo hace en medio de un sublime silencio para no avasallar nuestra libertad, que
tanto respeta.
El viernes santo es el
día del Silencio de Dios, que es su manifestación más elocuente. En este
momento de la historia, el mundo lo ha crucificado en sus paradigmas y la
religión lo ha atornillado en sus templos. Sólo nos queda estar
con María y su discípulo amado al pie de la Cruz y sus incontables
crucificados.
Guillermo Jesús
poliedroyperiferia@gmail.com
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