domingo, 27 de noviembre de 2022

INTIRUNA SE RECONOCE EN ESTAS LÍNEAS.

 




En el 1981, Leonardo Boff, en su libro "Iglesia: Carisma y poder"  (Sal Terrae) escribía, entre otras cosas, el fragmento que transcribo perteneciente al capítulo V,  ¿PUEDEN TRANSFORMARSE  EN LA IGLESIA  EL PODER Y LA INSTITUCIÓN?,  pag 92:




"Aquí y allá, dentro de esta esfera interna, apuntan tensiones, conflictos y manifestaciones de autoritarismo que no se diferencian demasiado de parecidas formas de dominación existentes en la sociedad civil. Un obispo, por ejemplo, decide desmantelar decenas de comunidades eclesiales, todo un trabajo de base en el que están implicadas decenas de comunidades  eclesiales, sacerdotes, religiosas, agentes de pastoral, etc, y, sin previa discusión, traslada a los párrocos, , expulsa literalmente de su (archi)diócesis a las religiosas, destituye a los agentes de pastoral laicos y deja totalmente perpleja a la comunidad. No hay a quien apelar, pues se trata de un procedimiento empleado por una instancia última"



Intiruna da fe, y yo en ella, de tener como experiencia propia haber sufrido una situación similar a la descrita veintitantos años antes como si estuviera calcada. Y con gozo damos gracias a Dios porque, a pesar de todo, no hemos perdido nuestro sentido eclesial y nuestra fe. Y damos gracias, es de justicia, por personas como el Obispo de Cuenca, Luis Alberto Luna Tobar, que nos ofreció su apoyo personal y moral y nos mantuvo firmes. Y gracias también por el actual Papa Francisco que con su manera de desarrollar su ministerio  alienta la esperanza y hace  creíble  la esperanza, un adviento en la Iglesia.



José Luis Molina

Presbítero

EL VIDENTE

 



 

 

La historia se fue haciendo camino.

Seguía transcurriendo por valles y collados, entre riscos y quebradas, amenazada por truenos e inundada de aguaceros que saltaban por las torrenteras y se extendía plácidas en el llano. Pero siguió siendo camino.

Y en el camino un ciego comenzó a ver.

Lo primero que vio fue su ceguera. El creía que veía, que no estaba ciego pero, al comenzar a ver, conoció la ceguera que antes le ocultaba  hasta la misma propia ceguera.

Sintió deseos de sentarse a la sombra de un abedul e ir contando lo que veía a quienes pasaban.

Pero luego prefirió y decidió enrolarse en el camino, ir haciéndolo encontrándose con otros, tal vez aún ciego, tal vez también como el vidente, y compartir experiencias.

Ese ver daría sentido a ese caminar.

Y ese caminar, desde el encuentro, encontraría explicación a  lo que ahora contempla.

Y el vidente comenzó su caminar. Ya lo había iniciado, pero ahora lo hacía con conciencia.

Los que veían, contemplaban terribles escenas de muerte:  Un hospital de maternidad acababa de ser bombardeado y había fallecido un bebe que apenas hacía unas horas había nacido. La madre lloraba: Antes gritó por dolores de parto. Ahora llora por dolores de muerte.

Otros contaban que ya los árboles no daban granadas ni las cepas racimos. Ahora las granadas  y los racimos andaban sembrados por el suelo esperando explotar al menor descuido de aquel anciano, o aquella mujer, que buscaban entre los escombros algo de comer o algo con qué calentarse en el invierno que iba llegando.

Y entonces el vidente comenzó a hablar. Contó que él ant.es también  había contemplado semejantes panoramas y había quedado petrificado por el estupor.

Pero un zarandeo fuerte, como de seísmo,   le revolcó por el suelo y comenzó a ver.

Y lo que vio fue que, en el camino, de las flores silvestres de las veredas, de los montes lejanos y de los puentes sonoros se elevaban cantos que invitaban a granar a las espigas y a brindar con vino generoso tomado de los propios lagares.

El vidente creía que el futuro estaba en el niño que nace, en la vida que nace, en los abrazos fuertes, en la mirada franca.

Y comenzó a llamar, a invitar, a los que encontraba. Les ofrecía ser camino con el hacer historia.

Y por las noches, cuando todos dormían , el miraba a las estrellas. Y sus guiños, sus destellos,  eran caricias que estimulaban su corazón para seguir mañana.

Nos encontramos en el camino. Somos historia. Tenemos en común hacer historia. No vendas las lanzas. Las usarían otros. Regala regaderas y hazte semilla.

¿Te parece?

José Luis Molina

27 de noviembre 2022                

 

domingo, 20 de noviembre de 2022

DESFILE REAL O PASTOREO

 


Perdónenme ustedes. No me gusta el título de este domingo: Domingo de CRISTO REY.

Sí, ya sé la explicación a la objeción: “Mi reino no es de este mundo”, dijo el Señor.

Pero también sé que a nosotros nos huele a reinos e imperios de este mundo.

Cristo Rey, imagen de rey que ha acumulado los elementos simbólicos y culturales de los reyes de este mundo: El incienso, la corona (Cristo Majestad), el cetro y las ostentaciones de riqueza y poder.

Esta imagen de rey de este mundo ha servido para justificar y fundamentar intereses políticos y de dominio: Sacro Romano Imperio y Sacro Imperio Germánico, división del dominio de la Tierra (Tratado de Tordesillas), invasiones y colonizaciones diversas (hasta nuestros días y en la actualidad), evangelización con la cruz y la espada y establecimientos de plataformas de  poder.

Este entender su reino al estilo de este mundo se extendió a los más cercanos: María de Nazaret, la solamente mujer y madre (¡casi nada!), convertida en Reina: Reina de los Ángeles, del Universo, de la Hispanidad, Reina y Señora, … y cuyas coronas y joyas hacen palidecer a las diademas imperiales y reales de las reinas de este mundo.

Un reino que requiere de dignatarios cualificados como príncipes de la Iglesia (príncipes de este mundo).

Un reino que hace de la Iglesia su reino, su lugar concreto de dominio y posesión que se prolonga en el tiempo, donde la jerarquización de las personas y estructuras se establece para medidas de rango, poder e influencia.

Un reino que termina haciéndose idolátrico al servicio de Mammón.




Con todo esto por delante, para poder utilizar y fundamentar la respuesta a las objeciones con lo de “mi reino no es de este mundo” no se puede olvidar la frase que hoy aparece en la primera lectura, del 2º libro de Samuel 5,2: “Tú pastorearás a mi  pueblo Israel”. Y es que si David es figura icónica en la biblia lo es en su dimensión de pastor, no de magnate, libertino, corrupto, etc.

Y es que en la Biblia, el concepto de rey no es el de dueño, sino de partor y su acción es pastorear.

Pastor que vive y muere por sus ovejas, que camina y vive entre ellas, que las conoce y no que las manda y las domina, que las llama por su nombre y su quehacer es que tengan vida y la tengan en abundancia.

Y este pastor ofrece vida cuando entrega la suya, en la cruz. Ejerce de pastor dando vida hasta la cruz, en la cruz, y su corona son púas clavadas, no mitras ostentosas, signo de poder.

Y, es más. Este pastoreo por el ser humano se encomienda vicariamente a otros pastores y a todo bautizado por el propio “bautismo recibido”

Por ello, me gusta más  JESUCRISTO, PASTOR DEL UNIVERSO, no dominador del universo dotado de leyes propias en su esencia y existencia, sino pastor que se pone al servicio del universo, del ser humano, sin excepción y, cuando así lo reconocemos, nos llama a ese pastoreo de inmediato, con él, a su paraíso.

Definitivamente me quedo con JESUCRISTO, PASTOR UNIVERSAL.

José Luis Molina

20 de noviembre del 2022

 

sábado, 12 de noviembre de 2022

ORACIÓN CON EL PARE NUESTRO EN EL DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)

 


Esta semana, después de leer los textos del domingo XXXIII, mi reflexión se hizo oración y tomó el rumbo que os transcribo.

 


PADRE NUESTRO:

Quiero decirte, quiero expresar mi deseo de que, cada vez que diga estas palabras, esta invocación, no sea de rutina, tenga presente a los “otros”  que también son tus hijos. Que pensando en ellos no me invada un sentimiento de compungida y estéril lástima que se muere en un estéril lamento. Que, para el sol de justicia. no me ponga gafas oscuras sino que, inundado por él ,empuje la salud y la salvación para los demás.

Así tu Reino irá llegando, vendrá a nosotros tu Reino, es decir, con tu hijo Jesucristo nos embarcaremos, me embarcaré con otros, en hacer creíble  un año de gracia para los que son víctimas del orgullo, la ambición, la envidia, el rencor, la violencia y la egolatría. Sí, porque cada día, tengo más claro que esa es tu voluntad, una voluntad de vida para todos porque, mientras parcelemos ese nosotros, esa voluntad tuya no llegará a todos.

Por eso, Señor, líbrame de la holgazanería que tus hijos quichuas condenan. No tenemos una vida para desperdiciarla, para llenarlas de pompas de jabón. Tu voluntad es invitarnos al trabajo que sea pan que nos alimente y pan que alimente a otros. No se trata de ahorrar, de guardar en graneros, sino de compartir. De esta manera no faltará la harina ni  se acabará el  aceite en la alcuza.

La violencia solo se rompe con el perdón y el respeto. Tú no quieres que nadie toque ni un pelo del cabello del otro. Que mi perdón no sea tanto en la amnesia sino en que la memoria me sirva para optar por hacer de la vida templo de tu presencia. No me quiero quedar tranquilo si caigo en la tentación de utilizarte para justificar mis claudicaciones por el miedo o, por lo mismo, que al pedirte me libres del mal, justifique la incoherencia por la persecución, Dame fuerzas  para afrontar los efectos de la envidia, la doblez, la apariencia y el egoísmo. Líbrame de caer en ese mal, perdón por cuando he caído, reconcíliame con el prójimo dañado.

Amén

José Luis Molina

13 de noviembre del 2022

domingo, 6 de noviembre de 2022

EL CASO DE LA VIUDA

 



Estaba reflexionando sobre el texto del evangelio.

Pensaba que Jesús no condenó la ley del levirato, sino que fue más allá pues mientras ésta se centra en poner el valor absoluto en la descendencia como modo de persistencia, Jesús lo pone en la vida, en que la vida, lo que realmente es, la existencia, es META.

Pensando en esta idea me surgió lo que sigue:

Días de transcendencia,

de búsqueda incesante.

Días adormecidos porque

larga la noche me ocupó en vigilia.

Días donde la duda

intenta abrirse paso

para ocupar su trono

convertido, por ella,

en desasosiego y desencanto,

en terror que llega a hacerse pánico.

Simplemente: no temo

que aparezca la duda.

Fue siempre compañera

que royó mis talones.

Pero, firme bastón,

un sombrero que me libró del sol

y ese capote donde bailó la luna

y resbaló la lluvia,

conmigo hacían camino.

Estos fueron: La fe

en un Dios que no desaparece,

el amor, tan fuerte

que es la vida que alienta,

y esta vida, donde la sincronía

reclama la perfección exista,

y ese Dios que la hizo

estaría loco o jugando distraído

si como fin quisiera destruirla.

Yo, el que ahora escribo,

el mismo cuando pienso

o cuando sueño, despierto o dormido,

el que llora cuando se descubre

pisó la calle de la indiferencia

y ríe cuando se encuentra

con el abrazo, el beso, la caricia,

la solidaridad y la arena

cayendo entre los dedos

para ser siempre arena,

ese yo, creo

tuvo principio

y si pasó por estados de existencia,

útero, peregrino o en el futuro inmerso,

ya es eternidad,

y en tinta permanente dibujado quedó,

no mi pelo, tampoco mis arrugas,

pero sí mi yo, mi esencia.

 

José Luis Molina

6 de noviembre 2022

miércoles, 2 de noviembre de 2022

ACTO FINAL (Cae el telón)

 



 

Tres campanadas

marcan el ritmo del silencio.

Con tres aldabonazos

queda roto el tiempo.

Un yunque solitario,

un mazo en alto,

tres golpes en el yunque,

comienza el baile,

y el taconeo,

a ritmo de tres,

golpea el escenario:

Tacones y yunques,

guitarras y mazo

y un ay que se ha roto

mientras sacudía el aire.

Una sombra oscura

por la esquina oculta

escapa buscando

otras chimeneas.

Del zenit me llega

fuerte la luz fuerte

dibujando sombras,

palmas extendidas,

erguidos los brazos,

mis piernas abiertas

y firmes, en su sitio,

y el sudor se mezcla

con risas y lágrimas:

Al fin he vencido

 

José Luis Molina

30 de octubre del 2022