Tres
campanadas
marcan
el ritmo del silencio.
Con
tres aldabonazos
queda
roto el tiempo.
Un
yunque solitario,
un
mazo en alto,
tres
golpes en el yunque,
comienza
el baile,
y
el taconeo,
a
ritmo de tres,
golpea
el escenario:
Tacones
y yunques,
guitarras
y mazo
y
un ay que se ha roto
mientras
sacudía el aire.
Una
sombra oscura
por
la esquina oculta
escapa
buscando
otras
chimeneas.
Del
zenit me llega
fuerte
la luz fuerte
dibujando
sombras,
palmas
extendidas,
erguidos
los brazos,
mis
piernas abiertas
y
firmes, en su sitio,
y
el sudor se mezcla
con
risas y lágrimas:
Al
fin he vencido
José
Luis Molina
30
de octubre del 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario