Se levantó el ayuno de Gonzalo López Marañón.
El 16 de junio se daba a conocer la decisión de finalizarlo.
He dejado pasar unos días porque quería situarme con cierta distancia para aclarar mis ideas, ideas que quiero compartir (por eso las estoy escribiendo) y con las que no pretendo provocar polémica pero si ofrecerlas para quienes puedan aportarles luz (y eso si creo que es evangélico), consciente de que no siempre es agradable lo que uno tiene que decir.
Me alegró que finalizara el ayuno: Han sido muchos días y sentía preocupación por la salud de Gonzalo.
Me alegró el gesto de Gonzalo
* por inusual en un obispo, pero profundamente real, no teórico.
* porque creo que es bueno, para el pueblo de Dios, que los gestos proféticos no se estudien como algo del pasado sino que se tenga experiencia de ellos desde la realidad cotidiana y actual.
Me alegró, las veces que me hice presente por el campamento del ayuno, pensar y esperar que estas circunstancias podrían ayudar en el crecimiento de la Comunidad Cristiana de Sucumbíos
y de los cristianos de base en general. Creo y espero que a mis gentes de Intiruna el seguir de cerca este acontecimiento les haya servido no solo para refrescar nuestra memoria histórica (lo que me parece importante) sino también para aclararnos y avanzar en nuestras definiciones y opciones en el presente actual
Me alegró el reconocimiento y la presencia de otras instancias ecuatorianas como, por ejemplo, la de Rafael Correa.
Se levantó el ayuno por decisión de Gonzalo López Marañón, porque al parecer ya se habían dado signos esperanzadores de reconciliación. Espero que así sea. No sé lo que otros testigos del final opinarán, pero yo me quedé sin tener clara la cosa porque creo no hubo suficiente explicitez en las explicaciones y comentarios de la clausura. Y yo las eché de menos. Y creo que quienes habían estado situándose en adhesión, las merecían.
Pero hubo otros aspectos que no me alegraron sino todo lo contrario.
Por un lado el posicionamiento, al menos en una parte, del sector religioso (mejor religiosas). Por lo menos a mi me ha parecido que lo vivían más que como adhesión a la causa de la Iglesia de Sucumbíos, y por consiguiente de Gonzalo, como un apropiarse de la situación de esa Iglesia ante el peligro que, desde ahí (salida de los Carmelitas por decretazo y sin razones para ello), percibían para la autonomía de su mundo religioso. Y me refiero a la salida de Sucumbíos de los Carmelitas, sin razones para ello, porque no fueron ellos los que provocaron el conflicto sino lo pesimamente llevado el asunto desde las instancias oficiales (Santa sede y conferencia Episcopal Ecuatoriana). Creo ha faltado fidelidad y valoración del trabajo realizado, ha faltado respeto a las personas, falta de sentido común y de prudencia y, sobre todo, ha faltado evangelio.
Es verdad que por el campamento del ayuno han pasado algunos obispos pero tímidamente(algunos más que otros), sin definición, casi de incógnito. Y la cúpula - Arreegui y Trávez- no sólo no aparecieron (al menos no me consta), sino que cuando lo hicieron no fue en el campamento sino a la hora y en el lugar en que a Gonzalo se le acogía fraternalmente para su aseo diario. Muy comedido y privatizado ante algo que había perdido su privacidad porque había saltado como dimensión de pertenencia de la Iglesia Pueblo de Dios.
Y me acordé de Nicodemo (Jn 3,1-2 y 19, 38-39).
Para terminar me queda un regusto amargo:
¿Por qué los Carmelitas no pueden regresar? ¿Qué han hecho? No me convencen ciertos argumentos como que es para el bien del Pueblo de Dios, pues algo no va bien si se quebranta lo que es justo.
Y el otro: Según he oído decir, "Gonzalo no está autorizado para poder ir a Sucumbíos"
Si eso es verdad ¿quién tiene autoridad para ese veto? ¿Puede haber sintonía con el Espíritu de Jesús que "se aborte la vida" engendrada durante cuarenta años en un caminar juntos intentando hacer Reino.
José Luis Molina