La cruz que es grito,
denuncia y bofetada
al abuso, al escarnio,
a la opresión, al crimen,
a toda mezquindad,
y denuncia al engaño,
aparece brillando
con fulgores extraños.
Hemos hecho de ella
signo de distinción
y, domesticada
de toda fuerza de liberación,
se hace cómplice
callada, silenciosa,
ofensiva y solapada,
y tantas veces
convertida en espada.
Pero ésa está vacía
de contenido,
de vida,
de Cristo,
de esperanza.
Junto a esa no lloro.
Mis lágrimas
ni por ella ni desde ella
brotarán
sino desde sus víctimas
que en el crucificado
han puesto su esperanza.
José Luis Molina
No hay comentarios:
Publicar un comentario