"Luego los discípulos se acercaron y les dijo:
Así, pués, escuchen lo que significa la parábola del sembrador"
(Mt. 13, 10.18)
Transcurrieron los días y en el nido de mi ventana nacieron una pareja de tórtolas.
Me dio alegría la noticia.
Quise verlas y hacerles una foto para mostrársela a ustedes.
Pero la madre, que cuando la primera sorpresa había volado, ahora permanecía cubriendo y protegiendo a sus polluelos.
Yo, con un sentimiento de respeto, no provoqué violentarla para que volara y decidí aguardar.
Ahora, ya un poco crecidos, les deja al descubierto y al efecto de la luz, el sol y la temperatura. Pero, eso sí, viene trayéndoles comida.
Ahora sí pude hacer la foto que contemplan.
Seguí mirando por mi ventana.
Por esta ventana desde la que, anteriormente concluía, es necesario que salga vida al exterior.
Y pensaba:
* Hay que ser respetuoso con la vida. He sido respetuoso en esta experiencia
* Hay que alimentarla para que crezca. Me parece enternecedor contemplar a la madre dándole la comida en el pico a sus polluelos.. A lo largo de mi vida transcurrida, y reconstruída frente a mi ventana, es lo que he intentado hacer, a lo que me he dedicado.
Y vuelvo a mirar otra vez hacia el exterior y contemplo la naturaleza, el mundo que se me ofrece. Hacia él volarán un día estas dos tórtolas en un futuro, en un viaje, imprevisible.
Y desde esa imprevisibilidad habrá que dejarlas volar desde un sentimiento de añoranza y de, nuevamente, respeto a la libertad y a la responsabilidad con la propia historia.
Surcarán el aire, contemplarán los campos, se arrullarán algún día ,tal vez entre las ramas de los árboles que tengo enfrente, y yo, al contemplarlas me acordaré de ellas aunque no sean ellas, pero lo serán en la experiencia mía de sentirme responsable de la vida (ojalá de plenitud ) que intenté trabajar con mis manos .
Me dí cuenta que estaba situado frente a la eternidad que nos ha sido ofrecida.
Oí como un gorjeo de pájaros que cantaban:
Surcarán el aire, contemplarán los campos, se arrullarán algún día ,tal vez entre las ramas de los árboles que tengo enfrente, y yo, al contemplarlas me acordaré de ellas aunque no sean ellas, pero lo serán en la experiencia mía de sentirme responsable de la vida (ojalá de plenitud ) que intenté trabajar con mis manos .
Me dí cuenta que estaba situado frente a la eternidad que nos ha sido ofrecida.
Oí como un gorjeo de pájaros que cantaban:
"Gloria a Dios.
La gloria de Dios es la vida plena
porque Dios ama al hombre"
(Lc. 2, 14)
José Luis Molina
2 comentarios:
Me parece bello el palpar la vida con respeto y aceptando su libertad. Es adviento. MªCarmen
Y yo sigo admirada, de tú palabra, de la vida con sus signos visibles a través de tus ojos y doy gracias a tí, a Dios y a esa ansiada esperanza nacida entre pañales, BIENVENIDO JESÚS, te estamos esperando vestidos de fiesta, entre el trinar de las tortolas del INTI.
MT.
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