y, hasta me hastía,
porque hemos hecho de ella,
letal adormidera.
No me hables de cruz
si huyes y te alejas
del que es aplastado.
No más piadosos gestos
ni compungidos ayes
si del aire no pasan.
Ni tan me la menciones
si se nos va a quedar,
tétrica y solitaria,
perfilándose en un calvario
e intenta congelar
la irrupción de la aurora.
Esa cruz que rechazo,
esa cruz que condeno,
esa cruz que me duele y hastía,
no impulsa salvación,
solo sarcasmo,
tétrico grito que se desgarra
y rompe las quebradas.
¡Maldita cruz que sirves
para justificar
compungidos labios hacia abajo
sin denunciar los brazos
que roban, matan,...
o simplemente no hacen nada!
José Luis Molina
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