No te toco ya ni con los dedos. Tampoco la mirada te lleva a mis pupilas. Tu aliento no penetra ni inunda mis pulmones. Pero la sangre, mi sangre, la sangre que irrigando recorre todas las comisuras de mi ser, está llena de ti, de tu piel, de tus ojos, de tu aliento y tu risa, de tu pelo y tus sueños y se siente caricia de ternura y sonrojo. Y hay eco de tu nombre en todas las caricias que en el aire quedaron suspensas pero vivas José Luis Molina
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
Estoy convencido que los poetas NO NACEN SE HACEN. Gracias por compartir tu historia.
2 comentarios:
Estoy convencido que los poetas NO NACEN SE HACEN. Gracias por compartir tu historia.
Estoy convencido que los poetas NO NACEN SE HACEN. Gracias por compartir tu historia.
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