"como el rayo de sol atraviesa el cristal sin romperlo ni mancharlo"
y que a mi no me entusiasmaron demasiado.
Pero este año, camino de la Navidad, se me han abierto las entendederas.
La clave estaba en que aquella teología se había olvidado de la poesía y,sin dejarse abrazar por ella, se permitió los lujos de usar símbolos poéticos que de esta manera eran fríos.
Esto ha ocurrido porque me han regalado un pesebre. ¡Mi pesebre de este año 2015!
Y sí, sus imágenes son de vidrio.
Transparentes pero ligeramente azuladas. Azuladas pero que se llenan del color de la vida donde están apoyadas. Con unos breves ribetes dorados, para que no se nos espante el brillo de la luz.
Y entonces comprendí:
Comprendí que Dios, su esencia azulada, se había hecho transparencia vital con diversas tonalidades. Esta transparencia se proyectaba en la vida y e proporcionaba reflejos magníficos. Sin romper la vida, sin manchar la vida, llegó hasta la vida para que ésta irrumpiera en el mundo
Mi pesebre
Ese rayo de vela
que alegre reverbera
en tus cuernos izados
al viento de la noche
como pechos altivos,
te convierte en bandera
de buena humanidad.
Igual que la señal
de tus orejas grandes
y tus ojos de noche
son asombro del hombre
frente a la eternidad.
El aleteo de plumas
levanta la hojarasca
de quien quiere sembrar
de muerte los caminos.
Tu rostro, hacia el niño
en gesto cabizbajo,
es apertura histórica
al Dios que, en transparencia,
sobrepasa la historia.
Y tu curva, María,
la curva de tu cuerpo
vaciada de él y de él tan llena,
hecha cobijo y pasión,
aceptación y ensueño
se hace aureola que cubre
lo infinito pequeño.
Y allí, junto a vosotros
la historia, no el recuerdo,
del grito que una noche,
rompiendo los silencios,
se elevó por las cumbres
y sigue apareciendo
grabada en las estrellas.
José Luis Molina
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