Dicen que sangras de noche
y al amanecer ya cantas.
Eres cigarra de aurora,
no de tardes sesteadas.
Sangras porque te hirió el sol
cuando el día terminaba,
y restañan tus heridas
luna, luceros y el agua
que destilan esas rocas
que, sirviéndote de almohada,
hacen de cuna y de nanas
a sueños no doblegados
con los que al amanecer te alzas.
Cigarra de noche y luna,
de río verde, no de charca,
no será trova tu canto
para que duerman las ranas
refugiadas en la cocha,
sí canto de lucha y alzada
que recorre chaquiñanes
de alcores y campiñas altas.
José Luis Molina
28
mayo 2017
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