PANGE LINGUA.
Jueves Santo.
Día del Amor Fraterno
Institución de la Eucaristía
Para algunos, institución del
Sacerdocio Ministerial (Cosa que habría que hilar más despacio, pero no es el
momento).
Uno de los jueves del año que brillan
más que el sol (Aunque eso era antes. Ahora esto quedó obsoleto)
Dia de incienso, ceremoniales,
monumentos triunfales con olor a azahar, nardos y jazmines y profusión de velas
irrumpiendo en la noche. Es una cara distinta de la traidora oscuridad de
Getsemaní, del miedo y del sudor de sangre.
Jueves Santo.
Solemne y maravilloso Pange lingua pero que, oído una y otra vez en
latín sin saber lo que se decía hace que la esencia de la eucaristía
transcurriera por caminos magníficos pero desconocidos para nosotros, a quienes
se nos había dado (Tomad, comed; tomad, bebed. Haced esto…) alejando el
misterio de Dios en Jesús de la tierra y el barro y poniéndolo por las nubes
para inspiración de Bernini.
Por eso mi reflexión, hoy, va a ser
muy concreta.
Voy a comenzar con el título del
canto gregoriano y que irá dando salida a esta reflexión. Es la reflexión
que ha surgido en este Jueves Santo.
Luego, por si a alguno le interesa se
la facilitaré para que puedan disfrutarla oyéndola y la traducción en
castellano para entenderla.
Pange lingua
Canta lengua.
Y mi lengua ahora quiere cantar, y mi
mano quiere poner por escrito, el canto que me nace de sentirme participando de
la comida del Señor.
Mi lengua canta al manto que Jesús,
levantándose en medio de su comunidad, se quitó para que no le estorbara, no
fuera ni impedimento ni obstáculo en su opción por el otro.
Y sigue lanzando cánticos mi lengua
cuando comprobé que no eran teorías, que no eran palabras bonitas de un
discurso de campaña cuando se ciñó el paño de servir, el delantal, la toalla.
Se hace canto melodioso el agua que
nos va limpiando cayendo entre nuestros pies, que nos hace nuevos en un poema
de amor por todos nosotros a los que nos quiere dignos, honestos, libres,
hermanos suyos, hijos del Padre. Pies limpios para caminar, no para estar
detenidos, para ir, junto con las manos, dejando caer en los surcos la
sementera de una vida plural, de plurales iguales y únicos. Bella utopía.
Y me alegra, para poner los acordes
finales a mi canto, cuando queda abierta la puerta para que nosotros
participemos, con él, del Padre: Haced esto que yo he hecho.
En este Jueves Santo yo,
personalmente, quiero terminar con un ruego, una plegaria, un amen, un así sea:
Que mi canto, preocupado más por ser magnífico, no se olvide de la toalla, el
manto y el agua y prive a la vida del pan y el vino de la salvación.
José Luis Molina
6 de abril del 2023