Llega la hora.
A lo largo de la cuaresma nos hemos
ido situando, al menos lo hemos
intentado, de frente a aspectos fundamentales de nuestra fe que es el
seguimiento de Jesús.
Llegamos al Domingo de Ramos.
Y este domingo, tan lleno de
simbolismos, se nos ha despistado en algunas cosas.
Toda la simbología de la que
está cargado, a pesar de que las
lecturas van en un sentido y con una intencionalidad bien diferente a la que
con frecuencia se le da, la hemos tomado al pie de la letra, casi como dogma de
fe, y nos ha desdibujado el Jesús que llega a Jerusalén.
Vamos a empezar por ahí.
¿Qué nombre se le ha dado a este
acontecimiento: ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALÉN.
Ahora bien: ¿Podemos llamarla
así? ¿De qué triunfo hablamos?
Os invito a que entes de seguir,
leáis algunos de los tres textos , o los tres, que a continuación
os cito
Mc. 10, 33-34 Mt. 20, 17-19; Lc.18, 31-34
En ellos Jesús habla de la entrada en
Jerusalén. Cuando se escriben los evangelios ya han transcurrido los
acontecimientos.. Nosotros, al llamarla entrada triunfal la hemos colocado en
un desfile majestuoso, exitoso, un auténtico baño de multitudes, poco más o
menos que como cuando el Real Madrid o
el Barcelona ganan la champions .
Y creo que Jesús habla de ello de
manera diferente. Habla de ir a Jerusalén, donde lo cogerán preso, lo
maltratarán (Isaías ya hablaba de eso en
el canto del Siervo de Yahvéh) y por fin lo crucificaran, pero, al tercer día,
plenitud del tiempo, resucitará. Ahí si está el triunfo de Jesús, no en
Jerusalén, sino en la vida por encima de los poderes de muerte.
Pero nosotros, dibujándolo como la
entrega de los Oscars (el optar en todo
lo que soy por Jesús) convertimos los mantos en la alfombra roja del
encumbramiento honorífico y pretencioso.
Veamos algunos elementos de esta
entrada de Jesús en Jerusalén.
Jesús está llegando al término de su
tarea, a la consumación de su obra. Le siguen los discípulos y “otros” que le
han escuchado y estado con él.
No se dicen nombres. Hasta aquí
aparece un grupo que opta por Jesús. Y
lo aclama. Y utilizan los gestos a los que estaban acostumbrados. Lo aclaman
con ramas de olivos (era lo que tenían). Podía haber sido con otras cosas.
(Recuerdo como en Ecuador, en Intiruna, lo hacíamos con flores). Y ponían los
mantos (recordemos el significado del manto: la persona) a sus pies. Al
proclamar a Jesús con ramos , esa aclamación significaba que en él, en Jesús,
habían encontrado el sentido, la razón y los criterios para vivir. Con los
suyos y sobre sus mantos (sus personas) construirían la historia.
Por otro lado hay una aldea enfrente
(enfrentada) . Sus habitantes no acuden a Jesús. Están sometidos
a los criterios de los poderes del templo . Opuestos a Jesús, aunque también se les
tiene en cuenta requiriendo el jumento.
Domingo de Ramos: Entrada triunfal de
Jesús en Jerusalén.
Este domingo , lo que manifiesta, nos
manifiesta a los cristianos de hoy y de siempre, es la fidelidad en los mantos,
no la aldea enfrentada. Al final de la tarea seguirá estando enfrente la aldea,
sometida al templo que impone callar la buena noticia y caminar por los
senderos de siempre.
Ante el silencio que quieren imponer,
hasta las piedras gritarán la Buena Noticia de Dios.
Yo, hace ya mucho tiempo, puse un
nombre a este domingo y que ahora os comparto: Domingo del seguimiento y
aceptación del Justo Perseguido.
Tengámoslo presente. Seamos lúcidos y
honestos. Verifiquemos detrás de quién vamos
La entrada en Jerusalén no fue
triunfal. Jesús acude a la Jerusalén que mata a los profetas sabiendo que no es un trono lo que le
reservan. Ni él lo desea.
Pero abramos los ojos. Podemos m
anipular los símbolos.
Y a algo de manipulación me suena.
Ocurre que no queremos renunciar a la
llegada de Jesús a Jerusalén como un
triunfo . Por eso nos ponemos nuestros mantos, nuestras personas ,no los ponemos en el suelo como servicio, sino que nos
ponemos, hasta donde somos capaces, rojos mantos de dignidad. Y hemos
encumbrado sobre el humilde olivo la altiva y vanidosa palma, primorosa y
artísticamente trabajada, que lucirá en las manos de quienes sí van desfilando con aire de triunfo y de grandeza,
de honorífica dignidad y que luego pondrá en el balcón de su domicilio para que
se sepa que allí vive una dignidad, no
un seguidor del perseguido y acusado en
las Jerusalenes de hoy.
Nada más.
Que en vuestros corazones nazcan
olivos
Y que vuestros hosannas sean
realmente el gorjeo de las aves que habitan en vuestras ramas.
Que no nos derribe la muerte y su
poder.
No nos dejes caer, Señor, en la
tentación del desfile del triunfo.
Que seamos capaces de dirigirnos a
Betania y en el encuentro permanecer contigo
.
Amén.
Un abrazo
José Luis Molina
2 de abril del 2023
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