Me dijeron
que escuchara el viento.
Que mirara al fuego
también me dijeron.
Que sintiera dentro,
muy dentro de mi,
calor sempiterno
igual me decían.
Y hasta que algún día
yo descubriría
su sabiduría
allá por los cerros
de nevadas cumbres.
Yo nunca entendí
mucho todo esto.
Pero un día que puse
temblando mi mano
en esa otra mano
mojada en el llanto,
descubrí que el viento,
el fuego, el calor...
y su sabiduría
eran la empatía
de un lenguaje cierto
que firme irrumpía
y borraba presto
la dura epidermis
con que me cubrieron.
JLM
Felicidades
Miguel A. y José Luis
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