San Pablo decía que hay que evangelizar (que no es lo mismo que adoctrinar con espíritu proselitista) a tiempo y a destiempo.
Recordándolo, creo que ahora las circunstancias de la Iglesia Católica nos ofrece múltiples facetas y aspectos sobre los que reflexionar para personalizar nuestra fe, crecer en espíritu crítico y en madurez personal para una conciencia adulta.
Con esa intención transcribo el siguiente escrito de González Faus. Aunque tiene tantos años como el papado de Benedicto XVI, creo que sigue teniendo actualidad para mirar el pasado inmediato y posicionarnos de car al futuro, también inmediato.
Con el deseo de que les sirva

José Luis Molina
Fidelidad al ministerio petrino (Carta al papa en el día de su elección)
25.02.13 | 10:47. Archivado en Vaticano José Ignacio González Faus
o 
(Este artículo fue publicado, en
2005, en El País, ante la elección de Benedicto XVI. Por su indudable interés y
actualidad, lo reproducimos).- Querido hermano en el Señor Jesús: Al entrar
en el cónclave del que saliste elegido, juraste ser fiel al "ministerio
petrino". Este es uno de los rasgos que me parecen más importantes de
toda la parafernalia de estos días pasados, aunque los medios de comunicación
casi no lo subrayaran.
Juraste ser fiel al ministerio de Pedro,
no al de Pío o Gregorio o Alejandro... Seguramente, el ministerio de Pedro
necesita hoy una restauración parecida a la de las pinturas de Miguel Angel en
la capilla sixtina, para recuperar la frescura de su color primitivo.
Aunque no solo el ministerio de Pedro:
nuestros políticos han olvidado ya que la palabra ministerio significa
etimológicamente servicio. Y ello me brinda la oportunidad de comentar
contigo algunos rasgos bíblicos de ese servicio.
1.- Pedro no fue un jefe de estado.
Por pequeño que sea, el estado confiere un rango y unos poderes que no son en
absoluto evangélicos (piensa en Mónaco o en Andorra que también son estados
minúsculos).
Creo que, en este punto, deberías
parecerte más a Pedro que a muchos de sus sucesores, para no merecer el
reproche que hace ya casi diez siglos dirigía san Bernardo a tu antecesor
Eugenio III: "en muchas cosas no pareces sucesor de Pedro sino de
Constantino".
2.- Pedro fue muy querido en la
Iglesia primera: cuando estuvo en la cárcel se rezó por él continuamente.
Pero nunca quiso convertir ese aprecio en un nimbo de sacralidad.
No se hizo llamar Santidad, ni santo
padre, ni vicario de Cristo, sino que, a imitación de Jesús, se despojó de su
rango y procuró "presentarse como un hombre cualquiera" (Fil 2,7). Y,
cuando alguien se quiso postrar ante él, se lo impidió diciéndole:
"levántate, también yo soy un hombre" (H 10,26)
3.- Pedro ejerció su servicio de
manera conciliadora: se encontró pronto con una facción de derechas en
Jerusalén, capitaneada por Santiago, hermano del Señor, y con un ala liberadora
apiñada en torno a Pablo.
A pesar de los fervores iniciales, los
enfrentamientos fueron de tal magnitud, que san Lucas, propenso a idealizar, no
puede menos de reconocer que hubo "altercados violentos" (H 15,2).
Pedro actuó como mediador entre ambas
iglesias, dejó que se reuniera una asamblea y en ella se limitó a preguntar a
la facción más integrista: "¿por qué tentáis a Dios imponiendo sobre el
cuello de los discípulos un yugo, que ni nuestros padres ni nosotros pudimos
sobrellevar?" (H 15,10).
4.- Todavía en ese conflicto, Pedro,
con Santiago y Juan, dieron plena confianza al sector "liberal" de
Pablo poniéndole como única condición "que no se olvidara de los
pobres" (Gal 2,10).
La causa de los pobres pasó a ser así, a
la vez, criterio de la verdadera libertad y factor de unidad para la Iglesia.
Creo que estaremos de acuerdo en que éste es uno de los rasgos mas bellos del
ministerio petrino.
5.- Pedro fue en algunos puntos más allá
de donde había ido el mismo Jesús: abrió a todo el mundo las puertas judías de
la Iglesia, pese a que Jesús había dicho que Él solo se sabía enviado a
"las ovejas perdidas de la casa de Israel".
Pero Pedro recordó que la vida del
Maestro estaba llena de gestos que hacían saltar ese criterio, y actuó
convencido de que no traicionaba al Maestro sino que se dejaba guiar por Su
Espíritu (H 10).
6.- Por actuar así, Pedro fue
criticado por los primeros cristianos de Jerusalén. Pero no los excomulgó
por ello, sino que se reunió a conversar con ellos y les explicó sus temores
humanos y sus razones creyentes: "el Espíritu me dijo que fuese con ellos
dejando toda vacilación" (H 11,1 ss).
Aquella audacia salvó a la Iglesia,
mientras que el miedo la habría esterilizado para siglos.
7.- Pedro tuvo sus vacilaciones:
era intuitivo e impulsivo, pero cobarde. Y en algún momento, por evitarse líos,
traicionó el paso hacia los no judíos que había dado anteriormente.
Pablo, el ciclón, le criticó
públicamente por ello. Y Pedro dio una gran lección de humildad aceptando esa
crítica y no privando de la palabra a Pablo por ella. Tú ya recordarás lo que
más tarde comentó San Agustín: "me atrevo a decir que, aún más ejemplar
que la valentía de Pablo fue la humildad de Pedro".
8.- Pedro plantó cara a las
autoridades afirmando que es menester obedecer a Dios antes que a los
hombres (H 5,29).
Esta frase tan fuerte como peligrosa
(por lo que podemos manipularla los humanos), tiene un significado mucho más
serio cuando la dice una persona investida de autoridad, que cuando la esgrime
un simple soldado raso.
Por eso te pediría que no la olvides
nunca: porque hoy es imposible ejercer un servicio cristiano sin plantar cara a
los poderes de este mundo; y porque es muy posible también que algunos de tus
fieles crean que deben acogerse a ella para decirte algo. Y entonces será otra
vez el momento de buscar todos juntos la voluntad de Dios.
9.- Pedro fue instruido por el
Resucitado para que supiera respetar el carisma y no anduviera queriendo
controlar a aquel discípulo amado, que parecía ir a veces por libre y encarnar
el aviso del Señor de que "el Espíritu sopla donde quiere" (y no
donde quiere la autoridad).
Recuerda cómo a la pregunta intranquila
de Pedro ("¿y este qué"?) el Señor le respondió: "¿qué más te da
a ti? Tú ven y sígueme" (Jn 21,21).
Amar más y seguir más es lo fundamental
del ministerio petrino.
10.- En sus discursos, Pedro anunció
primaria y casi exclusivamente la vida entregada, el asesinato y la
Resurrección de Jesús y que, a través de esa vida, Dios perdonaba incluso a
sus verdugos y se reconciliaba irrevocablemente con toda la humanidad (H 2 y
3), porque "Dios no es aceptador de personas" (H 10,34).
Otros problemas de índole práctica (como
por ejemplo la circuncisión o la vigencia de la Ley antigua), no quiso
resolverlos él en seguida sino que dejó que fueran resueltos por el contacto
entre las diversas iglesias.
11.- Según el evangelista Mateo, la
Iglesia está fundada sobre la fe de Pedro. Cuando esta fe miraba a Jesús
desde Dios, fue calificada por el Señor como "roca".
Pero también Pedro es tildado por Jesús
nada menos que de "Satanás", cuando piensa de Dios en términos de
poder y de triunfo, y no en términos de vida entregada (Mt 16, 18 y 23).
12.- El mismo poder de atar y desatar
que recibe Pedro (Mt 16,19), lo reciben también los apóstoles inmediatamente de
Jesús (Mt 18,18). Pedro pues no es nada sin el colegio apostólico del
que es cabeza, pero al que no suplanta.
13.- La historiografía confirma que el
ministerio de Pedro no tuvo en sus comienzos una presencia y una proyección
tan universal y constante como hoy, pese a que la Iglesia era más joven y
más frágil.
Pedro era, ante todo, el obispo de Roma.
Y fue el ejemplo de la iglesia romana, en la pureza de su fe, en su interés por
los pobres y en su relación con las demás iglesias, lo que hizo que éstas
mirasen cada vez más hacia Roma. La pérdida de ese ejemplo fue más tarde causa
de separaciones absurdas entre las iglesias, que son contrarias a la voluntad
de Dios.
El ministerio de Pedro es ministerio de
unidad, que no puede soportar esa división y debería recuperar su imagen
primera.
14.- Tú sabes bien que, a lo largo de la
historia, Pedro ha negado a Jesús más de tres veces. Pero sabes también
que esto no es razón para el desánimo sino sólo para "llorar
amargamente" (Lc 22,62) y tratar de amar más al Señor.
Es así como "confirmarás a tus
hermanos en la fe" (Lc 22,32). Y esto es lo más grandioso del ministerio
petrino.
15.- Finalmente, Pedro el pescador
inculto de una aldea perdida, tuvo el valor de dejar la capital religiosa
del momento, para irse hasta la capital del futuro, cosmopolita y
desconocida para él. No sé bien lo que eso podría significar hoy; pero sospecho
que algo puede decirnos.
Hermano Pedro: A mi pobre entender,
estas son algunas de las cosas a las que has jurado fidelidad. La hora actual
del cristianismo, por difícil que sea, no es más seria ni más complicada que la
de la iglesia primera.
Todos los que tenemos la fortuna inmensa
de creer en Jesucristo queremos salirte al encuentro con aquella oración
incesante de la iglesia primera, que consiguió que a Pedro "se le cayeran
las cadenas de las manos" (H 12, 5.7). Dominus tecum.