Ya hace ocho años,( Intiruna no había nacido como tal) nos encontrábamos embarcados en una contienda en busca de nuestra dignidad y su reconocimiento, de descubrir nuestra identidad y no renunciar a ella, de la rebeldía y el rechazo al sometimiento y sumisión a un principio de autoridad impositivo, nada dialogante y poco cristiano.Hubo posturas valientes, generosas, solidarias, ... desde dentro y de apoyo y respaldo desde fuera.
Todo esto nos hizo crecer. Pero es peligroso recrearnos y complacernos en nosotros mismos. Dormir en laureles engorda el ego, que anda por el ombligo pero debilita las piernas que sirven para caminar.
Por eso es necesario detenernos a tomarnos el pulso.
Y esa es la intención de esto al mismo tiempo que manifestar nuestro reconocimiento a quienes mantuvieron la huelga de hambre, a quienes las acompañaron respaldándolas, al Arzobispo emérito de Cuenca, Luis Alberto Luna Tobar, a los medios de comunicación ecuatorianos, a las ONG que desde España nos alentaron y respaldaron y a tantos y tantos, individuos y colectivos que desde Ecuador y otros lugares del mundo nos ayudaron a ser fuertes.
¡Ocho años desde la lucha!
¡Ocho años de lucha!
¡Muchas noches por medio!
Noches negras
de esperanzas desesperanzadas.
Caminos que se cierran.
Esfuerzos por abrirlos.
Y un día tras otro:
Ayer, hoy,... mañana.
Se quedaron allá, fuera, lejos,
los que quisieron.
¿Y los demás: tú, yo,
los que quedamos?
¿quedamos situados?¿cómo?, ¿dónde?
¿en qué mañana comprometidos?
¿construyendo qué para mañana?
No basta
el corazón agradecido por la lucha.
No bastan los labios
proclamando loores hacia los luchadores.
Se necesitan
seres comprometidos
desde ayer hasta mañana
José Luis Molina
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