Soy partidario de que se conozca a fondo los acontecimientos, pero tam bién de la responsabilidad que tenemos de informarnos para no degradar y tribvializar los asuntos reduciendolos a chismes.
Por eso ahora saco y cuelgo el sigueinte artículo. No habla del escandalo financiero y ético de estos días en particular y de manera concreta. Pero si habla del panorama en el que situar al Papa Francisco, más alla de la simpatía anecdótica. Y sirve para que los creyentes mantengamos nuestra actitud de espectante espera y nuestra preocupación por este pastor siendo consciente de los riesgos y presiones con los que se tendrá que enfrentar, mejor, se estará enfrentando, sin duda
José Luis Molina
Francisco, Papa Todopoderoso
Jorge Costadoat, SJ. (Chile)
El Papa Francisco ha acumulado poder como para
realizar importantes cambios en la Iglesia. En estos momentos es casi
todopoderoso. Tener poder, sin embargo, es inquietante. El poder se puede usar
para imponerse a los demás o para exponerse a los demás, para oírlos, para
interpretarlos, para representarlos y dejarse vencer por sus legítimos anhelos.
Francisco ha sido elegido con una inmensa cantidad de
votos. Los cardenales lo respaldan. Le han confiado la reforma la Curia romana.
Habrán visto en él un hombre libre y capaz para emprender esta compleja tarea.
Además, Francisco ha ganado la simpatía de la mayoría
de los católicos. Sus gestos de humildad y cercanía a la gente le han valido un
apoyo multitudinario. Su predilección por los pobres, sus ansias de una iglesia
pobre y sus comportamientos de persona común y corriente, expresan
infinitamente mejor el sentido del Evangelio que los salones, los oros y los
inciensos. Hay esperanzas de cambio, quién lo duda. No esperanza de
seguridades. De cambios y no de vueltas al pasado. El Papa ha ganado poder
popular para hacer las transformaciones que la mayoría de los católicos quiere.
Francisco, por último, desencadena las expectativas
de respeto y de autonomía de las iglesias locales y regionales, humilladas por
el trato que les ha dado la Curia romana. Humilladas, pero sobre todo impedidas
de inculturar la Iglesia Católica en sus propias culturas. Muchos obispos y
presidentes de conferencias episcopales deben ver con muy buenos ojos que el
Papa establezca con ellos relaciones como las que el Vaticano II propuso y no
logró. El Concilio apostó por un funcionamiento colegial del episcopado
mundial. El Vaticano II apostó por la horizontalidad y la comunión entre los
obispos, por el diálogo y la colaboración. Lamentablemente los últimos papas no
pudieron revertir el poder del monocentrismo y el verticalismo pre-conciliar.
Benedicto no tuvo fuerzas para doblarle la mano a la Curia. Sucumbió a sus
malas artes. Pero Benedicto sí tuvo sensatez e inteligencia para despejarle el
camino al sucesor que tendrá que reformarla.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1TcjkZb6LYlp2YMZkAUiKOHXFnZ5RVGjCvEUcMSjSqm668LTvzMJGqZA6Hzu2rqnj_gRxJ4mvkuz0PQGbdcGB7joKs1ZUNHP2TCj3n2nVCKUXTAdsfUqItx-1nMjxV1V6QltaXDJqkB8/s320/papa-francisco-81.jpg)
El Papa Francisco tiene en este momento un enorme
poder. Lo tiene para cambiar la Curia, pero talvez también para hacer cambios
muchísimo mayores. Levantemos la mirada. Francisco simboliza los cambios que
reclama la Iglesia desde el Tercer Mundo. La Iglesia tercermundista tiene
ansias de ser una iglesia digna y pobre. No basta con ser católicos en países
periféricos e insignificantes. También en estos países hay sectores de fieles
que más querrían ser occidentales y pertenecer a una iglesia de tradiciones
culturales europeas. Pero los católicos animados por los impulsos renovadores
del Concilio Vaticano II, especialmente los latinoamericanos convencidos de la
necesidad de inculturar el Evangelio en las culturas locales del continente y
hacerlo de acuerdo a la “opción de Dios por los pobres”, tienen hoy puesta su
mirada en un Papa que los puede sacar de la humillación de ser tratados como
cristianos de segunda categoría.
¿Cómo podría
ocurrir algo así? ¿Cómo podría este Papa empezar a hacer cambios mucho más
importantes que reestructurar la Curia? Lo principal será volver al Evangelio.
Lo cual requerirá, en este caso, de mucha inteligencia, creatividad, paciencia
y espíritu de lucha. Habrá enemigos. Los hay.
Hemos dicho que
Francisco tiene en estos momentos tres grandes poderes. Es casi todopoderoso;
los numerosos votos, la popularidad y el favor muy probable de los obispos
locales. Lo decisivo será -no hay que engañarse- ejercer estos poderes en la
clave del “poder” de la cruz. Francisco conoce el poder de la pobreza. La
pobreza, la cruz y el despojo de la voluntad de poder, paradojalmente, no solo
son los medios a través de los cuales aquellos tres poderes podrían ser puestos
al servicio de un anuncio del Evangelio auténticamente cristiano. Pues no basta
juntar fuerzas y aplicarla contra viento y marea para cambiar la Iglesia. La
Iglesia de Cristo realmente cambiará cuando ella anticipe el Reino de Dios en
comunidades en las cuales los más pobres, con su cultura y su dignidad, sean
efectivamente protagonistas y dueños de la Iglesia como de su casa.
Pues bien, para que algo así ocurra se ofrece,
precisamente en estos momentos, una vía de gobierno que Francisco podría tomar.
Si el Papa más que gobernante de la Iglesia mundial opta por ser “obispo de
Roma”; si en vez de arreglar la Curia para controlar mejor a las iglesias
regionales y locales; si continúa por la senda de la humildad y evita la
tentación de la papolatría, las demás iglesias podrán respirar y sacar
personalidad propia. Hasta ahora las demás iglesias han sido presas del miedo.
Sus representantes suelen ser vigilados y acusados. El miedo impide a muchos
obispos y sacerdotes correr riesgos, inventar alternativas pastorales,
prescindir de benefactores que les quitan libertad… Si Roma cambia el modo de
relación con las demás iglesias, si confía en ellas, si les da libertad para
inculturar su fe en categorías y símbolos propios, llegaremos a tener una
Iglesia verdaderamente católica, es decir, universal y plural.
¿Qué Curia se necesita para que algo así suceda? Una
Curia que renuncie definitivamente a la Cristiandad (recurso a los Estados,
ánimo hegemónico y doctrinas uniformantes) y al estilo cortesano (liturgias
pomposas, tradicionalismos hueros, protocolos complicados, palabras
acaracoladas); una Curia que fomente el surgimiento y fortalecimiento de
diversas maneras de ser católicos. Esto ocurrirá, podría ocurrir, si el Papa
Francisco devuelve dignidad y libertad a la Iglesia dispersa en el planeta. Si
las iglesia locales y regionales de América Latina, Asia, Europa, África y
Oceanía se convierten en protagonistas en pleno derecho de ejercer su bautismo,
de pensar con autonomía, de elegir sus autoridades, se realizarán cambios
realmente importantes. Cambios mayores.
PD.- Si alguien quiere saber del autor del artículo, se incluye, en el link una entrevista a Jorge Costadoat, SJ, y teólogo en Chile
http://www.youtube.com/watch?v=amMRFDwPoQM
1 comentario:
Me surge el pensamiento de que al Papa Francisco, va a trabajar duro por los cambios, pero los riesgos que corre, son muchos. Me quedo con la esperanza de que existen obispos, sacerdotes que lo apoyan , y van a ser la fuerza que el necesita para barrer lo que tenga que barrer. Me viene la imagen de Oscar Romero que desde su honestidad trabajo por dignificar la iglesia del Salvador, y a la comunidad del Salvador.
Muchas fuerzas para el PAPA, QUE DIOS LO BENDIGA
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