Cuando era pequeño una de las cosas que me alegraban, me revolicionaban con gran exaltación y gozo, era cuando mi madre decía que iba a poner orden en el cuarto trastero. Este cuarto, si se podía llamar así, era más bien un espacio formado por el hueco de la escalera en el que se iban guardando aquellas cosas que talvez un día podían servir. Me parecía entrar en un mundo mágico. Aparecían cosas que, unas veces, eran conocidas y otras eran, al menos para mi, nuevas. Pero de cualquier manera siempre producían el efecto de despertar mi imaginación, de echar a rodar mi fantasía, de revivir tiempos a los que su patina histórica le daban un halo romántico, misterioso, subyugante. Y, de manera especial, me gustaba ver un objeto concreto aunque sabía que debía hacerlo con mucho cuidado y respeto. Era un carrito, con su burrito y unas aguaderas para las tinajas con las que ir a por agua al "pilar". Me dejaban verlo, pero no jugar con él. Era una reliquia, un juguete del "Niño", mi hermano homónimo, fallecido nueve meses antes de mi nacimiento, al que no llegué nunca a conocer, lógicamente, pero cuya presencia nos acompañó siempre, sin trauma, en nuestro, al menos, mi cotidiano vivir y jugar.
Evoco todo esto porque hoy he estado haciendo algo parecido: organizando, seleccionando, eliminando, esta vez materiales informáticos, de esos que guardo por si alguna vez sirven. Salvando las diferencias, me ha evocado aquellas otras experiencias narradas.
Y en esta aventura de bucear en el armario he encontrado algunas frases, dibujos, chistes,...que pueden ser interesantes.
Y he querido ofrecerlo. Ahí van algunos
José Luis Molina
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