Esa hierba que nace
cuando llegan las lluvias,
de pronto, por instantes,
se impone de improviso
e inunda la retina
de un verdor, no por esperado,
menos sorpresivo.
Así, con esa fuerza
de totalidad cósmica,
se llena mi vacío
en orfandad por tí.
Marchaste tras la estela
que fue tu amanecer
y tus tardes de otoño
y en un rizo de nubes
te hiciste eternidad
del encuentro anhelado.
Y yo miro mis manos
que quieren escribir
el verso que no atinan,
la rima que adivinan
va mucho más allá
del dolor y la ausencia,
la rima que es presencia
del beso que conservo
llenándome ese prado
de rojas amapolas.
José Luis Molina
25 enero 2016
1 comentario:
Fidelidad y respeto, ternura y firmeza, notas esenciales de su vida. Gracias Millana. Miguel
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