Os dejo esto.
No es desesperación ni fatalismo.
Todo lo contrario.
Es grito de despertador
para no quedarnos dormidos
La lira y la poesía
se hacen siesta
sin cigarra que
arrulle
durmiendo la canícula.
Es el silencio,
a pesar del agosto
vespertino,
helado y helador
de seres yertos,
de cadáveres fríos,
de horror que
se
confunde, congelado,
con cera derretida
del cirio consumido.
¿Cataclismo! Será
grito de algunos.
Huida, desencanto,
desolación,
llanto negro de
lágrimas negras,
será el canto de
otros.
¿Hay que salvar al
hombre!
Habrá también quien
grite
con la esperanza
desesperanzada.
Y yo, tal vez tras
pasar esos pasos,
recogeré mis lágrimas,
hechas barro en
cenizas,
recogiendo los hijos
muertos
del silencio muerto
que no quiso ser
rostro
de lucha, esfuerzo y
esperanza
y se quedó escondido en labios entreabiertos,
disimuladores cínicos
de un decir que no dice,
de un huir sin dar
pasos,
de un cambiar la vida
por lentejas
calientes.
José Luis Molina
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