“¡POR LA VIDA, HASTA
LA VIDA! ¡UN CIRIO POR LA JUSTICIA!”
El 2 de junio del 2005, en las puertas del Palacio Arzobispal, cinco mujeres (Anita Troya, Elizabeth Chiguano (+), Julia Hernández , Alexandra
Molina y Carmen Chalá) profesoras y madre de familia de la Escuela Inti, se declararon en
Huelga de Hambre. Esto en protesta a las
decisiones que en ese entonces el Obispo Raúl Vela había tomado contra la comunidad Sta. María del Inti y los
sacerdotes Miguel Olmedo y José Luis Molina, lo cual ponía en riesgo la continuidad de la Escuela
Inti.
Sectores ciudadanos de Quito, se congregaron en apoyo a los objetivos
de la huelga de hambre; medios de comunicación, hicieron cobertura diaria.
Radio “La Luna”, difundió la noticia al igual que otros medios
radiales, televisivos y digitales.
Pronunciamientos de apoyo se hicieron escuchar desde el Congreso
Nacional y distintos movimientos sociales, solidarizándose con la causa de la
Parroquia y Escuela Inti.
En el transcurso de los días y noches que la comunidad Inti se tomó la
puerta del arzobispado, se encendieron luces con la consigna: ¡UN CIRIO POR LA JUSTICIA!, y cientos de personas se solidarizaron con su
causa, personas sencillas, estudiantes, familiares de los huelguistas, artistas
y una que otra figura política. Más de
10.000 firmas en apoyo se recogieron durante la huelga, las cuales guardan
celosamente esta comunidad, como sacramento de la historia y como respaldo a
una lucha que escenifica el pasaje bíblico de David contra Goliat.
El avance de la huelga presionó a que la Conferencia Episcopal
Ecuatoriana, elija al Arzobispo emérito
de Cuenca, Alberto Luna Tobar(+), para mediar en el conflicto.
La huelga de hambre se levantó el 12 de
junio del 2005, en medio
de una celebración litúrgica a las puertas del obispado en plena Plaza Grande,
con una fuerte carga simbólica y humana, después de que el obispo Raúl Vela
pidiera al Municipio de Quito que
entregara, en comodato, el espacio físico que ocupaba la Escuela y que
en principio era administrado por la parroquia del Inti; ello no por iniciativa
propia, sino debido a la presión social manifiesta. El Municipio de Quito accedió y
concedió el espacio en comodato
por treinta años.
El recientemente fallecido Monseñor Alberto Luna Tobar, afirmó en defensa de los sacerdotes españoles durante
ese proceso que: “todo lo actuado desde los sacerdotes Miguel y José Luis se
transparentaba a la luz del evangelio”
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