Todo fue un instante.
En un instante inmenso
cupo todo el universo:
la luz se hizo trizas,
los cristales también;
triturados proyectaban
destellos sobre el
suelo
y el suelo despedía
humo, polvo, miedo..
La verticalidad del árbol
se hizo sombra que gira
sin saber de donde,
sin saber por donde,
cegada,…¿ hacia dónde?.
Y al bucólico eco
de una oveja que bala
lo anularon crujidos de cristales,
de chapas arrastradas y aplastadas,
de ay´s no pronunciados,
de miedos que te estallan.
Un instante, no más, un instante
tan pequeño donde nada cabe
apenas, y donde entra todo.
Un instante pequeño, tan pequeño
que el lamento se queda sin vocales,
y, sin vocales, las palabras quedan
abandonadas.
Después emerger y ese instante
se extiende como pampa que conoces
y que estrenas, y te vuelve el color
y el ruido,
el tiempo y tu razón de ser,
y unas lágrimas de comunión se
escapan,
por las recónditas esquinas de tus
ojos,
para besar la vida que de pronto ha
nacido.
¡Deo gratias!
José Luis Molina
22 de febrero
2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario