sábado, 5 de septiembre de 2020

GLOSANDO LOS TEXTOS

 




 

 

Esta vez, para ponerme en situación de esta reflexión, he leído despacio, pero de seguido, las tres lecturas de este domingo. Estas lecturas son:

                                  Ezequiel 33, 7-9

                                  Romanos 13, 8-10

                                   Mateo 18, 15-20

Eso en una primera lectura.

Después, en una segunda lectura, con un papel al lado, he ido escribiendo las palabras que desde estas  lecturas reclamaban mi atención. Estas han sido

Atalaya: lugar de observación, mirada para descubrir ,vigilar, observar y analizar la realidad que tengo delante. Y me ha parecido importante que Dios me haya concebido así, teniendo que desarrollar mi capacidad de discernimiento, de análisis.

Se condena el silencio,  que puede ser de  diversas maneras: callando,  mirando para otro lado, siendo cómplice, maquillando la realidad, vendiendo la opinión o el criterio o, simple y descaradamente, haciéndose el ignorante y aplaudiendo y derrochando  alabanzas y elogios.

Responsabilidad: No solo es responsable el que realiza un acto sino el que lo permite también. De una situación de falta de ética es responsable el que la construye y el que  permite que se construya desde la inhibición…………….

Y al mismo tiempo que he ido escribiendo lo anterior, me Aparecían montones de imágenes como la sutileza en los espacios y ambientes religiosos. No se miente porque es condenable, está mal visto, pero, tú sabes, la verdad se escapa por las rendijas. Una artesa de madera mal embetunada podrá retener lodo pero no el agua que limpia.

Y, avanzando, concluía cada vez con mayor convencimiento, que todo depende de la opción que me haya llevado a donde estoy. Los textos de hoy tienen un destinatario muy concreto sin perder universalidad. Este destinatario es el grupo  de creyentes, la comunidad de Jesús, la que actuando con Jesús dentro de ella, en su hacer y deshacer  construye Reino de Dios, la que ha descubierto  la palabra amor y no la pronuncia sino que la convierte en vida, en vida para el otro y de esta manera la enseña, la da a conocer.

Solo desde aquí seremos capaces de varias cosas: de fiarnos del otro, de aceptar la corrección fraterna para corregir los impedimentos que me atenazan .

Para terminar, me he acordado de dos frases: Una que no me gusta y es “queridos hermanos” porque dicha con tanta rutina  ha perdido fuerza. La otra, que si me gusta es: “mirad como se quieren”.

Un abrazo

José Luis Molina

        6 de septiembre 2020

 

 

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