Como una mujer y un hombre de amores desgraciados, el Sol y la Luna estaban condenados a no encontrarse jamás.
Pero el gran Pachacutec profetizó que un día ambos se amarían y de ese encuentro nacerían un niño y una niña. Y así fue.
El día predicho la Tierra se oscureció y la Luna se unió al Sol
De esa unión amorosa, en un gran lago nacieron un hombre apuesto y fuerte y una doncella hermosísima.
Como padre suyo que era, el dios Sol ordenó a la apreja andar por todo el mundo, y les entregó una lanza de oro con la que debían golpear en las rocas que encontraran, para allí donde la vara se hundiera con un sólo golpe, levantar una ciudad en su honor.
Los dos Hijos del Sol, acompañados por las gentes del lugar, recorrieron montes, valles, ríos, buscando el sitio donde la roca cedería al primer golpe de la lanza, indicando así el lugar donde fundar la ciudad.
Así lo hicieron y en le camino de búsqueda enseñaron a los hombres y mujeres que les acompañaban una plegaria dedicada al sol que repetía: no robar, no mentir y no ser ocioso.
Finalmente en una montaña alta llamada Huanacauri, la roca cedió, y los Hijos del Sol reunieron allí a toda la gente y les hablaron de libertad, dignidad, paz y justicia... todo ello enseñanzas de su padre Sol
Y así crecieron libres y continuaron en plegaria dedicada al Sol a quien llamaron
INTI, dador de vida y protector de su pueblo.
Y así aquel INTI también llegó hasta nosotros,
los RUNOS(seres humanos),
los INTIRUNAS
(seres humanos del Sol, hombre y mujer del Sol)
Adaptación y aportación realizada por Marcia Toca
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