Para que por lo menos hayamos oído hablar y nos podamos ir formando nuestra opinión de algo que, muy probablemente, se oirá hablar en el fuuro
Jose
Arregi, 11-Febrero-2015
El Parlamento británico ha dado luz
verde a la utilización de una novedosa técnica de reproducción asistida que
permitirá que los hijos no hereden enfermedades mitocondriales graves de sus
madres (ceguera, sordera, fallos cardíacos, daños cerebrales…).
La mitocondria –¡qué sé yo de esto, pero
es un milagro que exista!– es una especie de minúscula central energética de la
célula viviente, todo un mundo infinito invisible a la vista, como el infinito
grande y pequeño. La técnica consiste en sustituir la mitocondria enferma del
óvulo materno por la mitocondria sana del óvulo de una tercera persona, la
mujer donante, para fecundarlo luego con el espermatozoide del padre e
introducirlo en el útero de la madre. La misma operación puede realizarse con
los óvulos recién fecundados de madre y donante. La ciencia prolonga el milagro
de la naturaleza. En realidad, también la ciencia, como todo lo que somos y
hacemos, forma parte de la naturaleza. Y del milagro de la Vida de la que somos
hijos.
Pero no todos lo ven así, ni aprueban la
nueva terapia. Entre otros, se han opuesto –como es normal, o cuando menos
habitual– los altos dirigentes de la Iglesia anglicana y de la Iglesia católica
de Gran Bretaña. Arguyen la inexistencia de suficientes garantías médicas y la
posible destrucción de embriones. Advierten contra la injerencia en el orden de
la naturaleza querida por Dios, y contra la tentación de crear seres humanos a
nuestra conveniencia, o contra la disolución de la estructura misma
filial-parental en una paternidad-maternidad de tres. Incluso el autor de la
primera fecundación in vitro ha protestado, calificando la técnica como
“bricolaje de la vida” y preguntando: “¿Es que vamos a crear todos los trozos
del ser humano?”. ¿Y por qué no, si es para bien?
Comprendo las objeciones, pero creo que
ninguna es suficiente para negarnos a este nuevo paso de la medicina. ¡Ojalá se
den pronto muchos más! A condición, eso sí, de no sucumbir a la obsesión de la
salud perfecta y de no someternos a los intereses desmedidos de las grandes
multinacionales, farmacéuticas u otras, dos de los más graves trastornos de
nuestro tiempo, cuyo remedio es mucho más urgente y difícil que el de las
enfermedades mitocondriales. Pero eso excede la responsabilidad de los médicos.
La vocación de la medicina –sublime profesión– es prevenir, curar, cuidar las
heridas de la vida, y a ello contribuye la terapia mitocondrial. La humanidad
se lo agradece.
¿Seguridad absoluta? Nunca la hay. El
riesgo cero no existe. Hay que considerar cada vez los pros y los contras,
medir la proporción entre los resultados y los medios, y decidirse no pocas
veces por el bien mayor o el mal menor. No hay ningún principio absoluto,
ninguno, aparte de hacer el mayor bien posible. Y la certeza absoluta no
existe. ¿Destrucción de embriones? Es deseable evitar la destrucción de
embriones o incluso pre-embriones humanos, aunque sean de unas horas, pero la
terapia mitocondrial no la conlleva necesariamente, y en cualquier caso me parece
abusivo identificar el cigoto inicial con un embrión desarrollado y no digamos
con un feto. ¿Injerencia en el misterioso orden de la naturaleza? Toda medicina
lo es, desde la aspirina a la nanomedicina. Cultivar la tierra es injerencia.
Vivir es injerencia. La cuestión es si cuidamos la salud de la vida, de la vida
universal, no solo de la humana.
¿Hijos de tres? Sí, y de muchas, de
muchos más. De hecho, nunca somos solamente hijos de dos, ni somos solo los
genes que nos dieron. Somos hijos e hijas de la Santa Trinidad, metáfora de la
Comunidad de todos los vivientes y de todos los seres. Somos interser, polvo de
estrellas extintas, partículas de estrellas aún por nacer.
Bendigo la comunión de la Vida que
somos, y a la mujer que dona su óvulo fecundo, y la asombrosa mitocondria que
guarda la memoria de nuestra ascendencia universal. Bendigo el Misterio que nos
engendra y nutre, transformándonos sin cesar. Creatividad sagrada en el corazón
infinito del átomo y del universo. Fondo Bueno de la realidad, Espíritu, Dios.
Salud, Salvación, Cuidado. Y está en nuestras manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario