Pifo al caballo
y su relincho
llena sonoro el vacío del silencio.
Grito de libertad
su crin al viento
y cuchillo donde las amarras
se hacen virutas esparcidas por el viento.
En una cabriola,
su melena,
se engancha en una nube
y la arrastra a mis manos
que, trémulas,
la sube hasta mis ojos
y, entre lágrimas y nube,
en mi iris zapatean
cristalitos de infinitos colores.
Caballo de pura sangre,
alazán de sangre agarena,
Rocinante y Babieca,
Pegaso,.. Equus
universal y eterno,
tus cascos martillean,
incansables, la vida
y en tus lomos me llevas.
Me haces vencer el miedo.
Y tus crines, seda y vigor,
lecho nupcial que acoge mi cabeza,
se hacen también, al viento,
sonoridad de estrellas.
José Luis Molina
Pentecostés 2015
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