jueves, 7 de mayo de 2015

ME HA GUSTADO

Yo he dicho muchas veces (quienes comparten conmigo la vida son testigos) que para mi El Quijote es "como una segunda biblia". (Pido perdón  si alguna estrechez de espíritu lee esta expresión y se escandaliza. No pretendo molestar) Pero las metáforas del Quijote, las distintas situaciones y la manera de resolverlas, también sus dichos y frases rotundas, tienen mucho de Reino de Dios, es manifestación de ese Reino. . No encuentro ninguna dificultad en calificar a Jesús de Nazaret como el más extaordinario Quijote que conozco.
Y a mi también me estaba sentando mal que, en una época donde optar por ser quijote provocaría hilaridad, chanza, repudio y tarde o temprano inhibición, si no censura y persecución, por ser molesto tanto molino y tanto gigante, y donde, al menos yo lo pienso, la inmensa mayoría no ha leído el Quijote, se levantara interés, discusión, lugar en las noticias, etc. Me sentaba mal porque en el fondo, la razón es que Cervantes puede ser, y eso pretenden, un producto de consumo político, turístico, etc.
Es absurdo el interés por unos huesos que,  sean de quien sean, vaya usted a saber ni me importa, no tienen nada que ver con el Cervantes inmortal y su sublime obra.
Por eso me alegré cuando me encontré el artículo que adjunto. Creo que expresa lo que como creyente, como lector del Quijote, como pedagogo y como ser humano que opto por la humanidad, pienso.
Por eso les invito a leerlo y saborearlo.
Que lo disfruten.
José Luis Molina

¡Gracias Don Miguel!

Publicado: 6 mayo, 2015 en ACTUALIDAD
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Cervantes¡GRACIAS DON MIGUEL!
KOLDO ALDAI AGIRRETXE, koldo@portaldorado.com
ARTAZA (NAVARRA).
ECLESALIA, 06/05/15.- Yo creo que se pasea y recrea libre por una Mancha inmensa, sin forajidos, ni asaltantes, sin  gigantes, ni molinos. Yo no creo que Cervantes esté ahí, en esos  huesos desbaratados y carcomidos, en esa estancia  tan lúgubre del Convento de las Trinitarias.
Dicen que es Cervantes, que en esa osamenta arrinconada, podrida está el genio, el autor de la obra cumbre.  Yo no creo que la muerte tiene aguijón, ni el sepulcro  victoria. Yo no creo que somos cuerpo, envoltorio que devoran un tiempo embaucador, unos gusanos  hambrientos. Yo creo que somos almas que avanzamos  a pie, en asnos o Rocinantes  por  caminos de infinitas aventuras, que atendemos batallas y desafíos interiores en un eterno aprendizaje.
El verdadero Don Miguel siguió seguramente mojando la pluma, escribiendo en papeles más ligeros novelas sin tiempo cargadas de conocimiento, narrativa iniciática rebosada de enseñanza. El envoltorio no es el alma. ¿Y si el espíritu hace ya casi cinco siglos que emprendiera vuelo y después retornara? No sé si a la misma Mancha, a Sierra Morena o a alguna “insula” perdida, pero yo creo que Cervantes volvió después a la Tierra, entonces con los dos brazos,  con todos los dientes,  sin tener que  pasar  por  Lepanto, ni por el cautiverio de Argelia, entonces sin tener que recorrer los pueblos de Sevilla requiriendo lastrantes  monedas, desorbitados impuestos.
En algún Castillo acabarán nuestras aventuras de esta humana condición; en alguna ceremonia, fuera de este mundo nos ungirán como valerosos Quijotes, como Caballeros por fin realizados, consagrados, pero aún hemos de dejar mucho polvo a nuestras espaldas, muchas osamentas  escondidas en las estancias olvidadas de los conventos. Aún hemos de haber alcanzado muchas ventas, disfrutado de la compañía de muchos Sanchos, canónigos, pastoras y pastores enamorados… Aún hemos de habernos cruzado en esa ancha estepa de futuras vidas con lacayos apurados, “hermosas” moriscas y duquesas, barberos, bachilleres, titiriteros…  Aún hemos de haber  vencido a nuestros propios gigantes, defendido con nuestra torpe lanza a “cautivos” y “desdichados”, peleado y abrazado a “gallardos vizcaínos y valientes manchegos”. Aún hemos de haber sembrado infinidad de obras generosas… Tenemos andante caballería,  “sucesos dignos de felice recordación” para rato en nuestra novela sin fin, en nuestro noble afán de superación interior sin tiempo, sin geografía.
Al final de todas las aventuras, aguarda Dulcinea, pero su morada quizás no es de este mundo, ni su lecho de hilo de lino. La suspirada amada, nuestra paciente y expectante alma abre sus brazos a la vuelta de nuestros recorridos serranos y manchegos, todos sufridos, conmovedores, de cualquier forma imprescindibles, para fundirnos por fin en un solo espíritu, dispuesto a hollar nuevas aventuras ahora ya en un sideral, ignoto, pero de seguro aún más apasionante, peregrinaje de infinito.  (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia)

1 comentario:

Anónimo dijo...

El otro día, mirando un documental de Unamuno, me llamo mucho la atención que este proponía e insistía que parte de la identidad española era o debía ser la del Quijote. Y creo que sí, tú y otras personas de esa tierra(de los dos sexos) que la vida me ha dado el honor de conocer me lo han hecho visible. La identidad del Quijote, su espíritu nos llega camino a Pentecostés, gracias por hacerlo llegar. MT.