El pregón del Año Nuevo, tiene
vocación de hacerse concreto.
Y se hace melodía en las
concreciones.
(Comparen las fotos del pregón con la
presente)
Sobre el esotérico mundo, donde se
hizo realidad el pesebre, ha aparecido un ángel, el ángel que Zacarías Machín
esperaba, por el que cantaba, lloraba y suplicaba. Un ángel que es toda
una serie de guiños que se nos hacen
para el 2019:
Es incluyente, supera el dominio
racista (o de cualquier tipo) que trata de perpetuarse. Su nombre, yo le pongo
Baltasar, hace alusión al bálsamo tonificador (mirra) para capacitarnos en la
tarea y alentar nuestra esperanza con los acordes de justicia que Dios quiere
para EL MUNDO DONDE ÉL SE HA PLANTADO Y DESDE DONDE PODEMOS OIR SU CANTO:
¡Aleluya!:
Viva Dios que bajó de las
alturas y a los magos pidámosle, con nuestras firmas comprometidas, la dignidad
para los hombres y el respeto de unos para con otros.
José Luis Molina 2 enero 2019
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