A mi madre
Mira, cuando llegues al mar,
-me decías con enorme entusiasmo-
verás que es infinito.
Cuando estés en su orilla,
te sobrecogerá: sus olas,
(concatenadas, rítmicas,
Iguales en su esencia,
todas distintas), levantarán en ti
ritmo, música, danza y arrebato,
primigenio vals, mazurca desatada,
taconeo furioso en tablao trepidante.
Cuando llegues al mar,
y éste moje tus pies,
-me decías sonriente-
sentirás tu cuerpo recorrido
por el genio, no domeñado, de sus
aguas.
Cuando mires al mar
pensarás que es azul,
otra vez será verde
cuando lo descubras,
plomo cuando lo temas.
Pero no lo cruces, tu barca,
si no varada, al menos amarrada aún.
Espera que antes parta la mía.
Enfilaste tu rumbo y, tu estela,
en mis pupilas dibujó brillos y
destellos
mientras sus gotas se mezclaban con
mis lágrimas
dejando en mis labios sal de
eternidad y desconsuelo
José Luis
Molina
25 enero 2019
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