sábado, 20 de junio de 2020

ME RESULTA DIFÍCIL DE CREER







Las   lecturas  de  hoy,  especialmente  la  primera,  de  Jeremías 20, 10-13,  y el Evangelio, Mateo 10, 26-33, a mí, personalmente, me dan miedo.
Tal como se las ha interpretado, justifica un montón de cosas injustificables desde la fe.
Una de estas cosas es que provoca, suscita, engendra y desarrolla una postura interesada y un concepto utilitario de Dios. En estos días hemos oído a gente piadosa, de buena intención, diciendo que ellos estaban seguros que no tenían nada que temer yendo a misa y que comulgando en la boca el cuerpo del Señor, no se iban a contagiar. O sea, Dios ya tiene una vacuna  o él mismo es una vacuna pero, lo que es peor, solo la aplica a los “piadosos”, aunque luego estos, en su casa, tengan trabajadores domésticos, fundamentalmente latinos, con los que, probablemente, establezcan una “distancia  social” para evitar “el contagio”.
Con la interpretación interesada de estas lecturas, y algunas otras más, se ha mantenido el concepto de Dios como “póliza de seguro”.  Y lo hemos propagado y mantenido los agentes de pastoral, el clero, … porque, si no funcionaba la “póliza de seguro” desaparecería la clientela y, ¿para qué “fastidiarnos” si a la hora del aprieto no va a funcionar?. Y la verdad es que, desde  ese punto de vista, no funciona. El virus ataca y abate a creyentes y no creyentes, buenos y malos, blancos y negros, europeos, asiáticos o latinos. Y fuera de nuestra situación actual, tengo como experiencia propia que Dios no te libra de situaciones difíciles, dolorosas, angustiosas, injustas, …
Entonces, ¿es mentira lo que dicen las lecturas?. Yo creo que no, que es verdad, pero, verdad, de otra manera                                   
LES PONGO UN EJEMPLO:
Supongamos una persona que cree en Dios, que acepta a Dios, es decir, asume su proyecto de verdad.
Esta persona ¿podrá ser enemigo de alguien?,¿acechar a alguien?,
¿se vengará de alguien?
Supongamos varias, bastantes personas, incluso pensemos en un grupo significativo que igualmente cree en Dios, aceptan y asumen su proyecto, son pueblo donde él habita. No le impondrán a nadie esa fe, pero ellos vivirán desde ella, construirán  sus comportamientos con ella y defenderán, protegerán , acogerán  a los que sea atacados, oprimidos, excluidos o  marginados por otros intereses y motivaciones distintas.
Si es verdad lo anterior, el oprimido, el acosado, el marginado, el contagiado, el indigente, no se sentirá desamparado porque sus vidas valdrán más que “un par de gorriones” o una chequera y se les irá librando del poder de los malvados, por ejemplo, con el Ingreso Mínimo Vital (IMV), gestionando recursos sanitarios suficientes para todos, luchando contra los abusos y la corrupción, se den donde se den y desde donde se den. Por ahí si encuentro motivos de esperanza y confianza en el Señor que nos hace una propuesta valiosa. Por ahí creo que no nos defraudará en aquellos que lo acojan.
Dios no necesita que su madre se asome a la puerta del templo para contemplar la enfermedad y la muerte por las calles y percibir el olor del miedo, y que le convenza.
Pero este Dios, el Emanuel, el Dios con nosotros, necesita de “nosotros” para que , con nuestras actitudes responsables no propaguemos la pandemia sino que obstaculicemos el contagio. Necesita de nosotros para que nos vayamos apuntando  a un tiempo nuevo pues el que teníamos no vale.

                                        José Luis Molina

                                                         21 de junio 2020


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