miércoles, 8 de septiembre de 2021

DESDE LA ENRAMADA, LA LUNA

 





Subía por la pared

un rayo que la luna,

a través del ajado portillo

enhebraba desde la enramada.

Mientras subía el rayo,

la luna, como siempre,

bajaba y se miraba

en el pilón de piedra

donde, día a día,

aquella ventana

abrevó las ausencias.

 



 

Yo, sin rayo y sin luna,

dormido sin sueño,

despierto dormido,

vagaba

por pasillos blancos,

mis venas del alma.

Vagaba, lloraba,

a veces reía

y algunas cantaba

canciones inéditas

que se me escapaban

entre el culantrillo,

la piedra, la tierra el agua.

 

Vivía, sí, y moría:

Cuantas alboradas

y cuantos crepúsculos

sin descansar viviendo

muriéndome al unísono

mientras descansaba.

 

Y en todo esto yo,

y, en mí, ¡tanta gente!

Y en todo esto yo

hecho de gente:

sus miradas se hicieron

rayo de luna y centinelas.

Y en todo esto yo,

y la gente,

y en la gente

y en mí: Dios

         José Luis Molina

               4 septiembre 2021

 

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