No
es tu sonrisa, no,
lo
que añora mi alma.
No
es tu mirada, no,
lo
que ansía mi camino.
No
es la calidez suave
de
tu piel en la mía
lo
que buscan mis dedos.
Tampoco
lo es tu voz,
ni
tu olor, ni tu trémulo
hundirte
en la arena de mi playa,
por
do mi alma serpentea,
lo
que me falta, necesito y sueño.
No
es eso y es todo eso.
Es
tu sombra cubriéndome,
llenándome,
irguiéndome de nuevo,
tu
sombra que eres tú,
plenamente
tú y nada más que eso,
es
lo que, cuando no la tengo,
me
hace sentirme en la indigencia.
Esa
sombra intangible y palpable
que,
al llegarme, me trae
la
sonrisa, la luz, el sueño,
la
voz que me acaricia
y,
eres tú, que me haces
ser
y me llamas a seguir siendo.
José Luis
Molina
26
noviembre 2019
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