domingo, 5 de junio de 2022

PONER EL ACENTO DONDE ES PENTECOSTÉS

 

   PONER EL ACENTO DONDE ES PENTECOSTÉS

 

 

 


 

 

Si nos fijamos bien en las lecturas, hoy hay una aparentemente  clara contradicción .

En los Hechos de los Apóstoles se ubica en la fiesta de Pentecostés, a los cincuenta días de la Pascua.

Esta era una fiesta judía, el Shavuot, que significa semanas , o juramento. Esta, que era una fiesta agrícola de recogida de las cosechas, pasó a celebrar los cincuenta días posteriores desde que Dios entregó la Ley a Moisés. Era una fiesta importante. Por eso había tantos judíos en Jerusalén venidos de todas las partes del mundo  conocido. Y por eso hablaban lenguas distintas.

Pero según el evangelio de Juan (Jn. 20, 19-23) la venida del Espíritu Santo, la recepción del Espíritu Santo, se coloca en el propio acontecimiento Pascual, al anochecer del primer día de la semana, es decir, del domingo.

Entonces, ¿en qué quedamos?

Es algo muy sencillo: Una cosa es Pentecostés y otra que los textos bíblicos lo coloquen de una u otra forma, en un lugar u otro.

El error puede empezar a liarnos si en vez de un acontecimiento lo convertimos en un hecho físico. Un acontecimiento es un hecho real pero no reside en los accidentes espacio temporales. Podríamos empezar a entenderlo, creo que mejor, (por ahí intento ir yo) si nos fijamos en lo que nos dicen, no en lo que nos cuentan.

Vamos a intentarlo y vamos a hacerlo comenzando por el Evangelio.

El texto evangélico habla de la donación y recepción del Espíritu Santo. Y esto está intrínseco en el momento que se meten, nos metemos en el acontecimiento pascual de la Resurrección. Aceptar a Jesús resucitado y hundirse en la vida resucitada que de él nace, solo será real, solo será verdad, si vivimos desde su Espíritu, si discernimos según su Espíritu, si nos dejamos preñar por el Espíritu de Dios y entonces actualizamos en permanencia, la Navidad: “Dios entre nosotros”.

Eso es lo que nos dice el Evangelio: Recibiendo el Espíritu podremos borrar y perdonar el pecado, la ruptura, la separación, la distancia de Dios.

Pero esto no es una teoría, una doctrina para ser escuchada o vista en una película. Todo lo contrario. Es algo vital, tangible, concreto, verificable. Es lo que nos intenta decir el texto de los Hechos de los Apóstoles (Hc. 2, 1-11). Son varias cosas, entre muchas más. Ahí van algunas:

Recibir el Espíritu Santo:

·      Nos cambia, nos remoldea. No es malo tener miedo, pero no permite que nos quedemos en él, no es malo estar juntitos con los nuestros, pero nos lanza a la vida, pero de una manera específica que nos hace ser testigos.

·      Por eso, en medio de la vida, nos hacemos signos del Resucitado, signos y experiencia del mundo que él propuso y por el que optó hasta la cruz victoriosa.

·      Y estos signos son comprensibles para cualquier lengua, valen para cualquier cultura y tienen sentido en cualquier civilización. Dejan de tenerlo cuando dejan de ser signos del Espíritu.

·      Por tanto, el proyecto de Dios es universal.

·      Y encaja muy bien celebrarlo en la fiesta del Shavuot, de las promesas, porque el cáliz de la Nueva Alianza lo sellamos en la apertura al Espíritu.

·      Por tanto Pentecostés, el Espíritu Santo, no es una fecha, un día, ni un momento. Es un elemento esencial y constitutivo de nuestro bautismo cuando lo asumimos y pasamos por el agua  a la nueva vida “CON ESPÍRITU”.

·      Les dejo ya. Les invito a que siga     analizando el texto de Hechos y sacando conclusiones. No es difícil.

·      Que el Pentecostés os haga felices.

 

José Luis Molina

5 de junio del 2022.                                                                                                                                         

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