lunes, 20 de febrero de 2023

PERSONA DE PALABRA

 


 

Hoy en las tres lecturas nos llegan palabras, unas explícitas y otras implícitas,   desde orígenes distintos, direcciones distintas, intenciones distintas.

Vamos a empezar delimitando estos orígenes diversos.

Por una parte nos llega palabra desde Dios a través de los profetas, de los signos de los tiempos, y sobre todo desde Jesucristo que es, para nosotros, su palabra encarnada.

También nos llega palabra desde el mundo,  un mundo con autonomía identitaria y es desde esa identidad desde donde se forjan las  metas que generan su palabra.

Por último, en tercer lugar, también desde nosotros, lanzamos al viento nuestra palabra nacida de la propia identificación y, muchas veces, en mezcla, amalgama , concubinato con el consumo que es el paraíso donde nos movemos , lamentablemente, con demasiada frecuencia vulnerado, vendido, negociado, cambiado por  una fruta    cualquiera o por un plato de lentejas. ,

 

Por todo ello me parece fundamento suficiente que orientemos hoy nuestra reflexión hacia la Palabra .

Para que nuestras reflexiones semanales tengan un hilo conductor quiero establecer con el evangelio del domingo pasado una conexión importante.

La última frase del evangelio decía: “Entre vosotros que el sí sea sí y el no sea no Lo que pase de ahí viene del maligno”.

Por consiguiente,  Dios nos hace una propuesta de ser INDIVIDUOS DE PALABRA. Digamos sí  cuando sea sí   y no cuando sea no.

Qué lejos estamos de esto cuando nuestro hablar se construye con palabras y expresiones tales como:  “Bueno, sí, pero…”,    “Esto está bien, pero… tú ya sabes”, o nuestros silencios que más tarde se convierten en palabras marrulladas, a escondidas , por la espalda o por los pasillos, a media voz, etc.

Esto anterior, ¿qué es?:  Sí, sí o no, no, o   “Bueno ya veremos…”  , “qué más quisiera yo si pudiera…”   …

Hay que fiarse del fiable, pero ¿quién es el fiable? ¿el que está en el sí, sí, o en el no, no  , o el que se mueve en el  “sí, pero…”. ?    

Pues bien, si seguimos avanzando, para estas personas que somos nosotros, nos llegan  del primer grupo: Dios, profetas, Jesús, palabras tales como:

·      “Sed santos porque yo, vuestro Dios, soy santo”  (Levítico 19,2)

·      “Sois templo de Dios y el Espíritu Santo habita en vosotros.  … el templo de dios es santo y ese templo sois vosotros “ (1ª Cor 3, 16).

·      “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48)

 

Frente a esto las voces del mundo se modulan seductoras y envolventes: No hay otra vida que la que tenemos y  solo merece la pena si aprendemos a esquivar los golpes, le caigan a quien le caigan, y a aprovechar el momento pasando por donde sea necesario. Para afrontar estas lides, escuchad estas palabras y estos principios, que si bien no siempre estará bien visto decir, y habrá que disimular, estarán en el impulso de funcionamiento:

·      El fin, sobre todo si eres tú, (si soy yo) justifica los medios”

·      No pasa nada. Sea lo que sea, ande yo caliente…

·      Hay remedios y paliativos a montones: sedantes, ansiolíticos, psicotrópicos, barbitúricos, alucinógenos, antihistamínicos, alcohol, materiales evasivos (redes, movimientos de masas, modas,…) y , perdón si parece fuerte, hasta el suicidio.

Denunciar lo anterior se le combate con etiquetas infernales: negativismo, pesimismo, amargado,…

 

Por último, nos queda fijarnos en el tercer grupo que dirige palabras: Nosotros mismos.

Como decía antes, también nosotros  lanzamos nuestra palabra. Somos seres de palabras:  palabras que se piensan, palabras que se pronuncian, palabras que se ocultan, palabra que se comparte, palabra que engendra, palabra que destruye, palabra que es arte, poesía y hecatombe.

En definitiva, por aquí va la cuestión: Somos palabra, plasmación de nuestro pensamiento convertido en existencia, en historia.

Pero ocurre que nuestra morada está con puertas   a dos calles: los dos puntos de origen ya tocados                                       .

Y nos debatimos  entre ellos con resultados diversos.

Ante la palabra del primero enumerado, nosotros, con falsa humildad y algo de hipocresía, y de bañarnos y guardar la ropa, decimos: “No somos santos, somos humanos, imperfectos, limitados. Con ello pretendemos salir medio airosos ante la primera palabra sin tener que confesarle nuestra claudicación ante la segunda.

Y es que hemos perdido terreno en lo ya referido a nosotros como palabra. En nuestras claudicaciones y posteriores componendas hemos devaluado la palabra y, al hacerlo, nos devaluamos a nosotros mismos. A estas alturas, la palabra ya no tiene valor. No nos identifica ni  nos identificamos en  ella  Y, sin embargo, tamaña contradicción,    no lo es en una fenomenología religiosa, sino en una palabra, la palabra hecha humanidad que se manifiesta como lo único santo, lo santo, y nos llama a ser, con él, santo  , participando de su palabra que nos va modificando.

Os invito a la oración profunda hecha palabra profunda en mi, que recojo el eco de esa Palabra ( con mayúscula ). Oración en que sopese en que medida me voy haciendo palabra (las lecturas de hoy dan abundantes pistas). Y, después, antes de decir  amén, hacerme palabra  que sea sí sí, en el irme empapando, embriagando, de lo santo  que, recuerdo, no debo separar de la vida.

Después, ya, decir amén . Suerte.

Que así sea.

José Luis Molina

19 de febrero del 2023.                                   

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