Creo que uno de los
peores posicionamientos que podemos tomar en la vida es el de la competencia.
Sin embargo se dice que
la competencia hace avanzar la realidad.
Puede ser, y no me
queda más remedio que admitirlo.
En la actualidad, en la
humanidad, ha crecido tanto la dimensión de la competencia, junto con el poder
del dinero – al fin y al cabo son aliados
que se identifican, normalmente, por su confluencia en objetivos- que vienen
a ser, si no idénticos, complementarios.
Llegar a estar, lo más
posible, por encima de los más posibles. Es significativo el volumen adquirido,
en la actualidad, por el fenómeno de los influences.
Una consecuencia
inevitable de ello es que se irá escalando la pirámide de subida por encima
de los cadáveres que caigan en la lucha.
Repito: Puede ser que
no me quede más remedio que aceptar su evidencia en la realidad, pero,
rotundamente, no estoy de acuerdo con ello. Este modelo se construye, y
provoca, que avance por encima de los
demás.
Mi posicionamiento
pretende ser distinto. Sé que, hoy por hoy, tiene algún mucho de utópico pero
mi fe en Cristo resucitado y mi meta en la vida resucitada me llevan y me
sitúan en la utopía, se empapa de ella.
Al respecto, creo que
es mejor, que es Buena Noticia, la complementariedad, el equipo, la comunidad
de verdad, la comunidad que nace de la comunión. Se avanza más con los demás
para alcanzar una mayor plenitud para todos.
Ciertamente que todo
ser humano necesita un estímulo. Pero el tema radica en con cuál nos quedamos:
que cada uno “procure ser más” o que
seamos más en el encuentro, en el
avanzar colectivo
Pero, hoy por hoy, creo
que va ganando la postura que rechazo.
Más que los logros
colectivos se impone la apetencia y el deseo de alcanzar los logros que
supongan beneficios individuales . Bien reciente tenemos la experiencia.
Pero lo malo, a mi
juicio, es que los cristianos hemos llevado este pecado de la competencia
hasta el mismo terreno religioso.
Lo hemos hecho con los
santos.
Primero hemos especializado
a cada santo en un aspecto en el que lo hemos hecho dispensador especialistas
(abogados) de lo que les pidimos.
-
Santa Rita, abogada de lo imposible.
-
Santa Lucía, protectora de la vista.
-
San Blas, de la garganta.
Después, al haber
confluencias de terrenos, comenzó la competencia.: San Judas Tadeo , “esta
virgen” es “más milagrosa” “ que la
otra. Se discutía quienes eran los más
eficaces en las intercesiones (obtener recomendaciones o respaldos) en una
escala que empieza por María (Intercesora Universal) aparentemente frente a un
Dios que regatea concesiones,” se deja querer”,
seguida de San José, Santos Patrones, hasta perderse en aquellos de los
que no se acuerda nadie.
Al hilo de esto una
anécdota verdadera.
Un día fui a visitar a
una de las muchas abuelas que he tenido en mi vida. .Lo estaba pasando mal de
salud y de otras cosillas. Estábamos charlando detrás de la ventana. Mi abuela
era muy devota de Fray Leopoldo. Y, en esto, que pasa por la calle una
furgoneta de reparto de los dulces que llevan esta
marca. Se vuelve hacia mí y me dice: Ya no voy a rezarle ni a pedirle nada a
fray Leopoldo.
-
¿Por qué? ¿Cómo así? – le pregunté
yo.
-
Porque, -me contestó- como se ha metido a negociante solo se
preocupa de las ventas y ya no me atiende ni me echa cuenta.
Pero esta dimensión
competitiva yo me atrevo a decir que casi, casi, la hemos hecho o aplicado al
propio Dios.
Aunque algunos de
ustedes puedan disentir de mis pensamientos, al Dios trinitarios, repito, lo
hemos hecho competitivo. Esto me viene con motivo del Domingo de la Santísima
Trinidad. Las tres Personas divinas las hemos concebido como en compartimentos
estancos. Cada uno encargado de algo y, por consiguiente, nosotros recurriendo
según convenga. Al Padre la última palabra, al Hijo, la acomodación por ser
hombre y, el Espíritu Santo (para muchos el gran desconocido e ignorado), para
encargarse, en alguna ocasión, de los gestos extraordinarios.
La especificidad de
cada persona, pienso yo, no radica en aquello que es de su “especialidad”. Creo
que Dios no es competitivo entre si. Dios es comunidad en su eternidad.
Desde mi torpe
experiencia del Dios trinitario quiero terminar proclamando mi fe en un solo
Dios de cuya trinidad tomaré conciencia y experiencia según el momento de mi
existencia en que me encuentre.
Un Abrazo
José Luis Molina
4 de junio del
2023
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