Estoy frente a las lecturas de este
II domingo de Adviento.
Lecturas complicadas, lecturas
difíciles. Pero más complicadas y
difíciles de encajar cuando las tenemos mal situadas.
Me van a permitir que me centre en
una sola lectura para no pasar mi de un tamaño apropiado.
Y la lectura que escojo es la
primera, de Abrahán (Génesis 22)
Casualmente, anoche, veía una
película: “CAMINO”.
Parece ser está basada en un caso
real. En una niña de 14 años, hija de una familia de miembros numerarios del
Opus Dei, que se enfrenta a la tremenda enfermedad de un tumor cerebral que
acabará con su vida.
El posicionamiento de este grupo
religioso, el Opus Dei, de quien toma el título, resulta terrible de escuchar
como planteamiento desde donde se razona sobre la trama de los acontecimientos,
fundamentalmente en la madre y la hermana mayor.
Al irlos viendo aparecer en el
transcurso del relato de la película, nos remite, a poco que seamos asiduos de la Biblia, al relato de Abrahán y el sacrificio de su hijo
Isaac, leído e interpretado en un terrible enrocamiento literal. Y creo que,
aparte de deformar la santidad de Dios,
se ha hecho mucho daño, y muchas veces, al ser humano en coyuntura vitales que
requería de otras respuestas que buscaba esencialmente. Y todo por no
comprender el texto bíblico. Y esto lo digo en nombre propio, que también sufrí
fuertemente las consecuencias de estas posturas.
Dios no es cruel. Y si lo es, no es
Dios. La crueldad no tiene cabida en Dios.
En la película, desde los
razonamientos y la interpretación bíblica que el Opus Dei manejaba como
respuestas, se decían cosas, a mi juicio, verdaderamente brutales. Por ejemplo,
que Dios necesitaba del sufrimiento de la niña para hacer algo hermoso. Eso es
tan tremendo como si decimos que Dios hace, permite, etc, los dos edificios de
Valencia para hacer algo hermoso como mover los sentimientos de solidaridad.
No, señores del Opus Dei.
No, cristianos que seguimos poniendo
en el corazón de Dios lo que en su corazón es inconcebible.
Precisamente el relato de Abrahán,
frente a un entorno de sacrificios humanos y, actualmente, de manipulación del
ser humano utilizando el nombre de Dios, , lo que pone de manifiesto es que
Dios pone en valor máximo al ser humano y detiene, se opone, a lo que atenta
contra él en cualquier manera de agresión.
La película resuelve con una profunda
estética la dicotomía:
La niña es fuerte en Dios y desde ahí
va situándose en su proceso pero se enfrenta con el dolor y la muerte en toda
su dureza y lo llena de humanidad, de sentimientos humanos , de amor, de deseos
de felicidad, etc, en su Jesús, compañero
y primer amor del que los ciegos subliman convirtiéndolo en espectáculo
y aplausos.
La sonrisa final de la niña está
llena de vida, no del patetismo del final de la obra mientras cae el telón.
Con el Dios de Jesucristo es la vida
lo que tiene que triunfar y florecer, no las piedras dentro del zapato.
Un abrazo
José Luis Molina
25 de febrero del 2024
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