Al Profesor Klaus Schwab
Presidente ejecutivo del
Foro económico mundial
Le agradezco mucho su
amable invitación para dirigirme a la reunión anual del Foro Económico Mundial,
que, como de costumbre, se celebrará en Davos- Klosters, a final del mes. Confiando
en que este encuentro brinde una oportunidad para una reflexión más profunda
sobre las causas de la crisis económica que sacude al mundo en los últimos
años, quisiera aportar algunas consideraciones con la esperanza de que puedan
enriquecer los debates del Foro y dar una contribución útil a su importante
labor.
La nuestra, es una época
de grandes cambios y avances significativos en diversas áreas, y esto tiene
consecuencias importantes para la vida humana. Efectivamente "son de
alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente, como, por ejemplo,
en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación” (Evangelii
Gaudium, 52), así como en muchos otros sectores de la actividad humana, y hay
que reconocer el papel fundamental desempeñado por la economía moderna en estos
cambios, a la hora de fomentar y desarrollar los recursos inmensos de la
inteligencia humana. Sin embargo, los objetivos logrados -aunque hayan reducido
la pobreza de un gran número de personas - a menudo han llevado aparejada una
amplia exclusión social. De hecho, la mayor parte de los hombres y mujeres de
nuestro tiempo siguen experimentando la inseguridad cotidiana, y no raramente
con consecuencias trágicas.
Con respecto a vuestra
reunión, me gustaría hacer hincapié en la importancia que tienen los distintos
sectores políticos y económicos en la promoción de un enfoque inclusivo que
tenga en cuenta la dignidad de toda persona humana y el bien común. Me refiero
a la atención que debería plasmar cualquier decisión política y económica, pero
que, de momento, parece ser poco más que un replanteamiento. Los que trabajan
en estos sectores tienen una responsabilidad precisa para con los demás,
especialmente con los más frágiles, débiles y vulnerables.
Es intolerable que
todavía miles de personas mueran cada día de hambre, a pesar de las grandes
cantidades de alimentos disponibles y, a menudo, simplemente desperdiciados.
Del mismo modo, no pueden dejar de impresionarnos los innumerables refugiados
que buscando condiciones de vida con un mínimo de dignidad, no sólo no
consiguen encontrar hospitalidad, sino que a menudo mueren trágicamente
mientras se desplazan de un lugar a otro. Sé que estas son palabras fuertes,
incluso dramáticas, pero al mismo tiempo quieren reafirmar y desafiar la
capacidad de este Foro para marcar la diferencia. De hecho, los que han
demostrado la capacidad para innovar y mejorar la vida de muchas personas a
través de su creatividad y experiencia profesional, pueden ofrecer una
contribución adicional poniendo sus capacidades al servicio de los que aún
viven en medio de una terrible pobreza.
Hace falta, por lo tanto,
un renovado, profundo y amplio sentido de responsabilidad por parte de todos.
“La vocación de un empresario es una noble tarea, siempre que se deje interpelar
por un sentido más amplio de la vida” (Evangelii Gaudium, 203). De este modo,
los hombres y las mujeres pueden servir más eficazmente al bien común y hacer
que los bienes del mundo sean más accesibles para todos. Sin embargo, el
crecimiento de la igualdad requiere algo más que el crecimiento económico,
aunque si lo presupone. Se requiere, en primer lugar, "una visión
trascendente de la persona" (Benedicto XVI, Caritas in Veritate, 11),
porque "sin la perspectiva de una vida eterna, el progreso humano en este
mundo se queda sin aliento”. (Ibid). Además, necesita decisiones, mecanismos y
procesos encaminados a una mejor distribución de la riqueza, la creación de
fuentes de empleo y la promoción integral del pobre, que va más allá de una
simple mentalidad de asistencia.
Estoy convencido que una
apertura tal a lo trascendente puede dar forma a una nueva mentalidad política
y económica, capaz de reconducir toda la actividad económica y financiera
dentro de un enfoque ético que sea verdaderamente humano. La comunidad
económica internacional puede contar con muchos hombres y mujeres de gran
honestidad e integridad personal, cuya labor se inspira y guía por nobles
ideales de justicia, generosidad y atención por el auténtico desarrollo de la
familia humana. Os exhorto a aprovechar estos grandes recursos humanos y
morales, y a haceros cargo de este desafío con determinación y visión de
futuro. Sin ignorar, por supuesto, los requisitos específicos, científicos y
profesionales, de cada sector, os pido que os esforcéis para que la humanidad
se sirva de la riqueza y no sea gobernada por ella.
Estimado Presidente,
queridos amigos espero que podáis ver en estas breves palabras un signo de mi
atención pastoral y una aportación constructiva para que vuestra actividad sea
siempre más noble y fecunda. Renuevo mis mejores deseos para el éxito de la
reunión e invoco la bendición divina sobre vosotros y los participantes del
Foro, así como sobre vuestras familias y vuestro trabajo.
Vaticano, 17 de enero de
2014.
Francisco
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