Comenzaré la reflexión de hoy con la
conocidísima frase de Pedro Casaldáliga. Yo ya la he usado varias veces como
referente. Dice así:
“Al final del camino me dirán: ¿has
vivido?¿Has amado? Y
yo, sin decir nada, abriré el
corazón lleno de nombres”
En Pedro Casaldáliga ya se ha hecho
realdad la parábola del evangelio de hoy. Ya ha oído: “Ven, bendito de mi Padre, por ese corazón lleno de nombres, lleno de
hermanos, pero no forzosamente consanguíneos, ino de los que te hiciste
próximo y tu vida se llenó de ellos, es decir, la llenaste de mi.”
Y es que hay una cosa muy importante.
En esta parábola no se habla de la vida futura sino de la vida eterna y si es eterna ha comenzado ya y la tenemos
que ir construyendo día a día.
Más que un juicio, en el que se nos
examina, yo diría que es la propuesta
que el evangelista Mateo, (el único que la presenta), ofrece a la comunidad
para la que escribe viendo que se van acostumbrado y relajando ante la espera
por la venida del señor, que se retrasa.
Por tanto, yo creo que hay que
entenderla más como una aclaración
fundamental. No nos engañemos: si queremos construir el Reino, vivirlo,
participar de Jesús y tenerlo con nosotros, no se trata de muchas oraciones
(sin embargo caemos en el rosario que aburre y da sueño, o en muchas oraciones
de penitencia; no se trata de actos religiosos: funciones solemnes, procesiones,
besamanos o besa pies, novenas, … hasta,
incluso misas de cumplimiento (cumplo y
miento) donde no se comparte a Cristo: La eucaristía es sacramento que salva
cuando en ella celebramos, sacramentalmente, nuestro participar de Jesús en las distintas
ocasiones por las que pasamos, siempre en beneficio de los demás, pero “no
necesariamente. de los míos” sino de al que me aproximo.
Y de todo esto hay dos dimensiones a
las que me quiero referir: Una la personal: Toca a lo que yo, como persona
singular, tengo que dar respuesta.
La otra es la dimensión social en la
que no dependerá de mi singularmente, la respuesta, pero sí de donde me coloco
y cual es mi postura, mi hacer un tipo de humanidad definida y mis opciones
sociales.
Termino con un ejemplo: Supongo que
todos, o casi todos, hemos visto, hace tan solo unos días, un vídeo de una
lancha en el Mediterráneo y una negra, africana, emigrante, PERO MADRE, gritaba
“!Ay my bebé! Y se retorcía por el fondo de la embarcación y se asomaba
peligrosamente a las aguas para encontrarlo.
Esto se da en Europa Y decimos, por
ejemplo, “no podeos estar recibiendo a todos los que vengan”, “que se queden en
su tierra y no vengan a quitarnos el
trabajo que no hay, …pues ya saben de
los peligros”, …
Si seguimos pensando, deberían
asaltarnos otras voces de opinión o discernimiento: “Negros, sudacas, … que no
vengan a no ser que sean futbolistas de élite, artistas, etc. No tenemos
recursos inagotables, pero para conseguir a los anteriores, ya los buscaremos
como sea porque a afición responderá.
Nos quitan el trabajo pues, aunque no
haya, ellos van a encontrar el que nosotros no queremos hacer.
Sí, y es verdad que cuando ocurre
algo como lo de esta madre, nos horrorizamos , pero el video de la vida sigue,
pasamos página y nos olvidamos o al menos nos aliviamos.
Buen evangelio para terminar el año
litúrgico. Dichosos nosotros si con él tomamos mayor conciencia de dónde y cómo
nos posicionamos. Y, socialmente, llenar nuestros corazones de nombres es
ponernos de parte de las iniciativas, leyes
, políticas , que tratan de ir suprimiendo las diferencias injustas, ,
de ir subsanando las situaciones de marginalidad y buscan un mundo y una vida
digna para todos (también para mi).
¿Qué todo esto es utopía?. Pues sí.
Pero es la maravillosa utopía del Reino, de Dios.
¿Qué no hay que ser tan estricto? .
El evangelio de hoy lo es
En fín. Como colofón de todo lo
anterior, os recomiendo las encíclicas de Francisco “Laudatus sí” y “Fratelli tutti”.
Un abrazo
José Luis Molina
22 de noviembre 2020
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