Mi mano,
cansada,
la cerré en un puño.
Mis brazos,
ahítos,
se cerraron protegiendo mi pecho.
Mis ojos,
irritados,
de lágrimas heridos,
atardecieron
frente al acantilado
y sus párpados cayeron,
uno sobre otro,
con estrépito.
Mi corazón quiso helarse.
Mi corazón, gimiendo,
ansiaba descansar,
dormir era su sueño.
Pero, se negó,
se rebeló sin titubeos
y abrió párpados y brazos
y llenó manos de sueños.
José Luis Molina
18 de junio 2021
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