martes, 1 de junio de 2021

APRENDER A QUERERNOS EN EL ABRAZO

 


Día del Niño

In memoriam: “Huelga”

Como toda persona, sueño. Y sueño a menudo. Bueno, sueño siempre, pero frecuentemente recuerdo los sueños. Tengo sueños que yo llamaría interactivos pues se realizan simultaneándome en mi yo dormido y en mi yo que, si no del todo dormido, tampoco del todo desierto, consciente, pero que me permite intervenir efectivamente en el desarrollo del sueño que se está elaborando.

Por eso, cuando me despierto, me resulta lento, costoso, situarme en el tiempo real, y no digo realidad porque el sueño creo que es realidad renovada.

Creo que al espacio que ocupan los sueños se le podría considerar asignatura pendiente que unas veces aprobamos bien y otras no tan felizmente pero a la que más tarde o más temprano nos tenemos que presentar.

Cuando vamos caminando por la vida, vamos almacenando experiencias, emociones, enfrentando anhelos, soportando desencantos, logros y fracasos. Y todo ello queda ahí, en nuestro yo, a veces más hondo que nuestra memoria pues de ésta desaparecen, de nuestro yo, no. Almacenados de cualquier manera, desordenadamente, a medio digerir, reprimidos, encadenando  nuestra libertad o no totalmente disfrutados cuando son gratificantes.

Soñar, entonces, para mí, es remodelar el espacio, resituar y resituarme frente a lo real que guardo constreñido en mi interior. Es, por ello, la asignatura pendiente de ir interiorizando armónicamente o que quedó en espera de mejor momento, de la ocasión oportuna. Pero hay sueños que se repiten o, tal vez mejor, hay elementos que se repiten reiteradamente, en más de una ocasión, en mis sueños.

 



Eso me pasa con los globos. Globos que se elevan desde un patio con ecos de risas de niños y aplausos ofrecidos a payasos que les evitan las lágrimas.

Globos que se elevan desde una plaza grande, amplia, cuadrada por igual a los cuatro puntos cardinales, plaza que aclama y proclama la libertad y el levantamiento frente a la opresión y el sometimiento.

Globos multicolores que suben sin saber a donde llegarán pero suben, se liberan.

Globos que sube entre aplausos, risas, cantos y cirios de vigilia.

 



Caritas redondas, de ojos rasgados, mirando a lo alto, soplando a los globos, queriendo ser globos subiendo, con ellos volando. Globos donde pintan en amplias sonrisas o manos que aplauden el cielo de azul y el mar, el mar verde, de verde esperanza.

También sueño caras de adultos hechos niños a los que abrazo, con las que lloramos y con las que soñamos, a muchos más niños, mañana volando.

Y también algún rato, pero menos, en un gan palacio donde, deambulando, veo a Herodes en Vela. No pudo matarlos. Dicen que se ha ido. Nosotros quedamos.

Y hay sueños que acaban de pronto, bajando del cielo globos que se posan  en los campos y se hacen margaritas, se hacen amapolas que alfombran el campo.

Y yo, casi siempre que sueño con globos, me descubo descubiendo haber llorado pero, una vez despierto, mi sonrisa atraviesa mi cara de lado a lado.

Me despierto con ganas de seguir soñando.

 

                                   José Luis Molina

                                               1 de junio del 2021

 

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