lunes, 31 de mayo de 2021

DE TRINITATE

 



 Hoy es el domingo de la Santísima Trinidad.

De siempre se ha dicho que el misterio de la Santísima Trinidad es el misterio sobre Dios más difícil de encajar en nuestro razonamiento.

Pues bien: Es una cosa curiosa. Las lecturas de hoy para enfrentarnos con este nuestro Dios trinitario, recurre a algo fundamental: Recurre a la experiencia de Dios, a nuestra experiencia de Dios, para situarnos frente a él. Eso me parece que es una pista más que interesante a la que debemos recurrir. Hoy se nos propone la realidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y, para no perdernos en elucubraciones, mi propuesta es la de las lecturas,  hacerlo a partir de la experiencia que, tanto individual como colectivamente, tenemos de Dios.

Fijaros en la primera lectura DT. 4, 32-34.39-40: Moisés habla a pueblo y lo lleva a la experiencia liberadora de Dios, del Dios con el que y por el que rompen las cadenas de la esclavitud en Egipto y superan la barrera, el infierno, del desierto

 

No quiero hacer propaganda pero ahorita, mientras escribo esto, las imágenes del éxodo, desierto, Mar Rojo, me han llevado a imágenes de ahogados en el Mediterráneo, en las vallas ceutíes, atravesando el desierto sahariano o a las tierras fronterizas de Méjico huyendo de la esclavitud de la hambruna, del abuso de los poderosos, etc. El pueblo judío de entonces, ¿tenía derecho a la libertad o Dios se equivocó? El derecho que fundamenta el Éxodo de aquel pueblo, ¿ puede fundamentar se les niegue hoy a los palestinos o a los saharauis? Creer en Dios, ¿libera o mata?, ¿empuja hacia la libertad y la plenitud o aplasta en la opresión, el exterminio?

Reconoce y medita en tu corazón, sigue diciendo Moisés, que el Señor es el único Dios y, si tienes experiencia de él, si tenemos  también experiencia de su liberación en nuestras realidades personales, podremos reconocerlo hoy desde el mismo imperativo liberador. Descubriremos al Dios Padre, sabremos de él, buscando, construyendo, alcanzando y compartiendo la plenitud la plenitud que nos ha dado, sin excepción, para todos.

Otra experiencia de Dios, en Romanos 8, 14-17, la de ser, saberse y sentirse hijos de dios porque en nosotros está la vida de Dios cuando nos dejamos llevar por su Espíritu. Ese mismo Dios de la creación que nos hace sentirlo y llamarlo Abba, papaíto, cuando desde esa presencia del Espíritu (Dios) en nosotros nos hace concordar con él y hace real, no teórico ni hipotético, el sentirnos hijos. Esta experiencia de Dios así, es la que hace zambullirnos en el “ser” eclesial pero no como institución sino como  realidad sacramental, renovada y diferente, nacida del Resucitado.

 


Por último, también el evangelio, Mateo 28, 16-20, nos habla, recurre a la experiencia de Jesús: “Id y ofreced esta manera de entender la vida que yo os he ofrecido” Estad seguros, sentidme, viviendo así: yo estaré con vosotros todos los día”. Pero, está claro: Para ofrecer ese proyecto de existencia, no se puede hacer desde lo que digan todos los libros del mundo, sino que es necesario partir de la propia experiencia.

Por eso termino este domingo de la Trinidad pidiendo abrir grande las puertas para que esa experiencia de Dios no nos la pasemos de largo.

                     José Luis Molina

                                      30 mayo 2021

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